Mediterráneo. La Carta de Florencia, un compromiso por la paz y el diálogo
Renato Martinez - Florencia
“La definición de la Declaración de Florencia”, este fue el objetivo de la tercera jornada de coloquios de los Obispos y Alcaldes de 60 ciudades, de 20 países y de tres diferentes regiones geográficas reunidos este 26 de febrero, en el Salón del Cinquecento, de Palazzo Vecchio, en la ciudad italiana de Florencia, que tienen en común el "mare nostrum", es decir, el mar Mediterráneo.
Los participantes en este Encuentro “Mediterráneo, frontera de paz”, reunidos del 23 al 27 de febrero en la capital de la Región Toscana, elegida como sede del evento por su natural vocación de universalidad, firmaron este documento conjunto formado por compromisos y objetivos para promover la paz, el diálogo y la convivencia en el Mar Mediterráneo.
La aspiración y el coraje de Giorgio La Pira
Los Obispos y Alcaldes que esperaban la visita del Papa Francisco, quien no pudo asistir a este evento a causa de un dolor agudo a la rodilla, se reunieron por segunda vez, después de Bari, en Florencia, retomando la aspiración y el coraje de Giorgio La Pira, el Alcalde santo, de trabajar por la paz y la unidad de los pueblos. “Los alcaldes del Mediterráneo han querido reunirse al mismo tiempo en Florencia, aspirando también a las iniciativas del alcalde La Pira, para estudiar y trabajar por la paz, la justicia y la convivencia fraterna en sus ciudades”, se lee en las primeras líneas de la Carta de Florencia.
Preservar la justicia y reforzar la fraternidad
La Carta también expresa que, "los Obispos y los Alcaldes constataron los beneficios que se derivan de la intensificación de la colaboración en sus ciudades para preservar la justicia, reforzar la fraternidad y el respeto de todos los ciudadanos y de las comunidades culturales y religiosas presentes en ellas. A partir de este fructífero y cordial encuentro, que nunca antes se había producido, acordaron conjuntamente ciertos ideales y valores para inspirar el progreso futuro, reducir la discriminación y la violencia y abrir horizontes de esperanza para las generaciones más jóvenes".
La crisis ucraniana
"En los últimos días – se lee en el documento – se han producido acciones de guerra contra Ucrania. Obispos y Alcaldes se han mostrado angustiados, y esperan conjuntamente que se ponga fin a la violencia y a las armas, que se evite un gran sufrimiento al pueblo ucraniano y que se inicien negociaciones para reconstruir la paz. Con la esperanza de que se produzcan nuevos encuentros, los Obispos católicos y los Alcaldes de las ciudades mediterráneas, reunidos en Florencia, se inspiran en el legado de Giorgio La Pira, antiguo alcalde de Florencia, que ya en los años 50 promovió el diálogo intercultural e interreligioso entre ciudades, y en particular entre las ciudades mediterráneas.
El Mediterráneo, un lugar de paz
La Carta de Florencia también señala que, unidos en la convicción de que el Mediterráneo no puede ser ni será un lugar de conflicto entre fuerzas externas; por ello, guiados por una aspiración compartida de situar a la persona humana en el centro de la agenda internacional persiguiendo la paz, protegiendo el planeta, asegurando la prosperidad, promoviendo el respeto y la dignidad de los derechos fundamentales de cada individuo, incluso a través de la promoción de los objetivos de desarrollo sostenible y el acuerdo climático de París; Conscientes de los numerosos retos a los que se enfrenta el área mediterránea, como el cambio climático, los flujos migratorios, los conflictos y la pobreza.
Patrimonio compartido mediterráneo
Asimismo, en el documento conjunto de Obispos y Alcaldes se afirma que, convencidos de que potenciar y promover el papel de las ciudades y el diálogo entre sus comunidades cívicas y religiosas ofrece una contribución esencial a estos retos; reconocen la diversidad del patrimonio y las tradiciones del área mediterránea como un patrimonio compartido por toda la humanidad.
Los valores como fuente de diálogo
La "Carta de Florencia" también señala que, "todos los valores naturales, medioambientales, culturales, lingüísticos y religiosos del Mediterráneo, tanto materiales como inmateriales, se consideran fuentes de diálogo y de unidad entre nuestros pueblos y deben ser protegidos y transmitidos a las generaciones presentes y futuras; la importancia de un compromiso educativo que parta de las necesidades básicas, comunes a todos los seres humanos, y que pueda guiar a los jóvenes por el camino que conduce al deseo de bondad, amor, justicia y libertad; la necesidad de desarrollar más oportunidades de diálogo y encuentros constructivos entre las diferentes tradiciones culturales y religiosas presentes en nuestras comunidades, con el fin de reforzar los lazos de fraternidad que existen en nuestra región; la importancia de crear programas universitarios comunes, con el fin de introducir a los jóvenes de toda la región mediterránea en un mejor conocimiento que respete las tradiciones y particularidades culturales de cada país.
Dignidad y derechos
Además, en el Documento de Obispos y Alcaldes se menciona que es importante el papel de la diplomacia a nivel de las ciudades en la promoción de un desarrollo humano integral y sostenible basado en el respeto de la dignidad y los derechos fundamentales de todo ser humano; y la importancia fundamental del reconocimiento de un derecho universal a la salud y a la protección social en el área mediterránea, en particular tras la pandemia de Covid-19, y el papel central que la cooperación a nivel de las ciudades podría desempeñar en la lucha contra la enfermedad; la necesidad de aplicar, lo antes posible, soluciones integradas para evitar un cambio climático catastrófico". El momento de actuar es ahora, señalan los Obispos y Alcaldes, para preservar la calidad de vida de las generaciones venideras y lograr un enfoque ecológico integral.
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