Si las mujeres son más fuertes que el terremoto
Alessandro Gisotti
¿Correr para salvarse o correr para proteger? En medio de las imágenes de devastación que nos llegan estos días desde Turquía y Siria, destrozadas por el terremoto del 6 de febrero, también hay instantáneas que nos hablan de gestos capaces de encender una pequeña luz en la espesa oscuridad de esta terrible tragedia. Es el caso de un grupo de enfermeras del hospital de la ciudad turca de Gaziantep que, cuando la tierra empezó a temblar, no corrieron hacia la salida del edificio, sino que se dirigieron en dirección contraria. La de la unidad de cuidados intensivos, donde había bebés prematuros. Aquí, las enfermeras permanecieron junto a los recién nacidos hasta que pasó el terremoto, sujetando las incubadoras, que, balanceándose violentamente, corrían el peligro de volcarse, arrollando a los pequeños.
Quizá no hubiéramos sabido nada de este extraordinario acto de defensa de la vida si el incidente no hubiera sido captado por algunas de las cámaras de videovigilancia del hospital. Aquellas enfermeras no sabían cuánto duraría el terremoto, y mucho menos lo destructivo que sería. No sabían si se salvarían al tomar esa decisión. Sin embargo, sabían con certeza que, si no intervenían, esos recién nacidos estarían en peligro de muerte. Y decidieron protegerlos.
Muchas veces en estos diez años de Pontificado -y más recientemente en su viaje a África- Francisco nos lo ha recordado: las mujeres dan vida. Las mujeres protegen la vida. Las mujeres son baluartes de la paz, en primer lugar, porque saben (lo saben de forma visceral) que la guerra destruye la vida que han generado. Estas enfermeras dieron testimonio precisamente de esa fuerza, dulce y tenaz, de la que nos habla el Papa. Una fuerza natural que no busca el poder, sino que se manifiesta como un don. Los niños salvados en aquella trágica noche no eran sus propios hijos. Sin embargo, ahora han llegado a serlo, de alguna manera, porque han "nacido por segunda vez" gracias a su valentía y su amor. "Quien salva una vida, salva el mundo entero", se lee en el Talmud. Esas enfermeras salvaron al mundo entero.
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