Ucranianos y rusos divididos por la guerra: Esperanza de futuro desde Europa
Michele Raviart - Ciudad del Vaticano
"Hay que llamar al mal por su nombre y separarlo del bien. Es el mal el que ha separado a dos hermanos y debemos comprender las razones". Así se expresa Alexander Bayanov, periodista ruso exiliado en Italia tras el cierre de su sitio de noticias, mientras abraza a Tatyana Shyshnyak, soprano de Donetsk que abandonó Ucrania hace más de diez años. El primero, cuentan, teme por sí mismo. Ella, en cambio, por la vida de los familiares que quedaron en las zonas del Donbás ocupadas por Rusia en 2014 y anexionadas formalmente tras la invasión del año pasado.
Más abrazos, menos guerra
Por otro lado, "Más brazos para abrazos, no más guerras" es el lema elegido por MEAN, el Movimiento Europeo de Acción No Violenta, para el encuentro sobre "La construcción de la paz en Europa de Sarajevo a Kyiv". Dos días de ponencias organizadas junto con la Pontificia Universidad Antonianum de Roma para promover el compromiso de la sociedad civil y la creación de "cuerpos civiles de paz" que contribuyan al cese de las hostilidades, y que contaron entre los ponentes con el presidente emérito de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, el economista Stefano Zamagni.
La fuerza de la sociedad civil
"Son citas fundamentales que me dan esperanza, para mí que estoy lejos de casa", explica Shyshnyak, que también es voluntaria de MEAN. "Creo en la fuerza de la sociedad civil - reitera - para mí es la única manera de crear un contexto que afirme nuevos valores, para que las personas agredidas no se venguen y no respondan con rabia a quienes han hecho daño a sus madres, hijos o esposas".
De Siberia a Italia
"La paz es una condición humana natural, la guerra no. Cualquier intento de restaurar la condición humana natural y pacífica es muy importante", subraya Bayanov. Sociólogo católico de Novosibirsk, fue el fundador del portal Taiga.info, uno de los treinta sitios de información más populares de Rusia y el más importante de Siberia. Tras la represión gubernamental de la información después del 24 de febrero y la predicción de encarcelamiento para cualquiera que calificara de "guerra" la operación especial en Ucrania, sufrió el bloqueo de su portal, amenazas a su familia y acusaciones de ser un agente extranjero contra Rusia. Fue el consulado alemán, el único de la UE en Novosibirsk, el que le facilitó el pasillo para llegar a Europa y, a través de Schengen, a Italia, donde tenía muchos amigos y colegas.
Ha comenzado
"Para mí, el 24 de febrero quitó el último velo de mis ojos y de mi corazón", recuerda la soprano ucraniana, "porque hemos vivido con el corazón apretado y los dedos cruzados por nuestros seres queridos desde 2014". "Todo lo que pasó nos parecía absurdo a mí y a mi familia", recuerda, "la sola idea de ser liberados por los ucranianos era absurda, porque somos ucranianos, a pesar de nuestra lengua materna rusa". En el momento de la invasión, su familia le envió un mensaje con un solo verbo: "Ha comenzado". "En el Donbás ya sabíamos lo que iba a pasar", recuerda. "Los que no supieron tolerar la ocupación rusa en 2014, cuando retiraron todos los símbolos ucranianos de la ciudad y pusieron estatuas de Stalin, hace diez años que se fueron". En Donetsk quedaron su anciana tía y su sobrina de 24 años, que acababa de casarse y compró una casa allí. "Ella se ha quedado atrapada en esta situación, mientras que otros han sido víctimas de la propaganda".
Por un futuro como hermanos
La esperanza de Alexander y Tatyana es que, cuando acabe la guerra - "esperemos que antes de diez años", dicen-, puedan seguir sintiéndose y llamándose hermanos, aunque sea difícil. "Llevará mucho tiempo reconstruir las relaciones con Ucrania. Económicas, culturales, de todo tipo", predice Bayanov. Lo que está ocurriendo, explica, parece tener un carácter irreversible. "Hay una especie de deformación de valores al estilo soviético que va en contra de la cultura humana", afirma, y Rusia "tendrá que recuperar su identidad asumiendo y reconociendo las faltas y los crímenes cometidos". Para Shyshnyak, el futuro es Europa: "Necesitamos tener a nuestro lado a otros ciudadanos europeos, todos podemos apoyarnos mutuamente y crear, como dijo David Sassoli, una red que diga 'no estamos solos'".
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