Pakistán, 1,7 millones de afganos arriesgan la repatriación forzosa
Leone Spallino y Luana Foti - Ciudad del Vaticano
Pakistán ha dejado de ser un lugar seguro para los refugiados procedentes de Afganistán que carecen de los permisos necesarios: 1,7 millones de personas corren ahora el riesgo de ser detenidas y deportadas a la fuerza. El 3 de octubre, el ministro paquistaní del Interior, Sarfraz Bugti, había dado un ultimátum, que expiró el 1 de noviembre, en el que daba un mes a una parte de la numerosa comunidad de refugiados afganos en el vecino Pakistán para abandonar voluntariamente el país. "Si a este ultimátum vencido le siguen expulsiones masivas en un país, entre otras cosas, empobrecido y devastado por los recientes terremotos, la vida de estas personas estará verdaderamente en peligro", ha declarado el portavoz de Amnistía Internacional Italia, Riccardo Noury, a Vatican News-Radio Vaticana.
La comunidad afgana en Pakistán
Según datos oficiales del Ministerio del Interior, 1,3 millones de afganos están registrados como solicitantes de asilo en Pakistán, mientras que a 800.000 se les ha concedido el estatus de refugiado. Además de ellos, hay 1,7 millones de personas que viven en el país de forma ilegal, porque carecen de documentos regulares y no están reconocidos ni como solicitantes de asilo ni como refugiados. "El hecho de que carezcan de la documentación adecuada no es culpa suya", explica Noury. De hecho, el estatus de refugiado se acredita mediante un documento expedido por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, pero estos trámites son muy lentos, explica. "Sabemos de amenazas, intimidaciones e intentos de extorsión por parte de funcionarios paquistaníes contra estas personas. En resumen, que paguen ellos por la ineficacia y los retrasos de otros es una irresponsabilidad", afirma el portavoz de Amnistía Italia.
El éxodo afgano a Pakistán lleva décadas produciéndose. Los primeros flujos se remontan a los años setenta, motivados por la búsqueda de mejores oportunidades económicas, luego la huida de la ocupación soviética en los ochenta y del primer régimen talibán en los noventa. Desde el regreso de los talibanes al poder en agosto de 2021, se calcula que han llegado más de 600.000 afganos. Pero muchos de ellos acabaron en campos donde fueron sometidos a duras condiciones de vida marcadas por un acceso limitado a la educación, la atención de la salud y el empleo.
La postura pakistaní
La decisión adoptada por el gobierno pakistaní de expulsar a los refugiados indocumentados estuvo motivada por cuestiones calificadas de "seguridad nacional". De hecho, en los nueve primeros meses de 2023 se produjeron en Pakistán numerosos atentados suicidas que causaron la muerte de más de 1.000 personas, una tendencia que se mantiene en el país desde hace dos años. Según el Centro de Investigación y Estudios de Seguridad CRSS, los incidentes violentos en Pakistán han aumentado un 57% en los últimos meses. Los ataques los llevan a cabo en parte los talibanes paquistaníes del mayor grupo terrorista del país, el Tehrik-i-Taliban Pakistan. Y las autoridades de Islamabad han acusado al régimen talibán afgano de financiar estos atentados terroristas. Una acusación que este último rechaza.
Un regreso riesgoso
Algunas organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos están preocupadas por las posibles represalias que puedan sufrir las vidas de los afganos obligados a regresar al país del que habían huido. "El riesgo es que se reanude la caza de personas. Para las autoridades afganas, tener de vuelta en casa a hombres y mujeres, activistas, periodistas, profesores, personas a las que estaban persiguiendo, podría tener un desenlace trágico, como su eliminación física por ser percibidos como enemigos", afirma Noury. Además, añade, muchos de ellos no tendrían adónde ir y, sin un hogar, no tendrían acceso a los servicios básicos ni a los medios de subsistencia, por no hablar de la llegada de la estación fría. "Sería una auténtica irresponsabilidad devolver a estas personas a Afganistán. También sería una grave infracción del derecho de los refugiados, que establece una prohibición absoluta de devolución a lugares donde las personas rechazadas podrían correr el riesgo de sufrir violaciones de los derechos humanos", explica Riccardo Noury.
Occidente los ha dejado solos
En esto, subraya el portavoz de Amnistía Italia, Occidente no ha ayudado a Pakistán. "Tras la evacuación de agosto de 2021, los Estados occidentales dieron la espalda a Afganistán. El gobierno alemán había prometido mil reasentamientos al mes, pero ni un solo afgano ha llegado a Alemania". Lo que Amnistía espera es un cambio de rumbo, especialmente a través de financiación para Pakistán en la gestión del enorme flujo de refugiados. "Si esto se hace, y se aceleran los procedimientos de reconocimiento todo acabará bien. Porque al final, si estas personas que no están en regla lo estuvieran, el propio Pakistán no habría dado este ultimátum".
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