Navidad en Armenia entre el miedo y la esperanza
Marine Henriot - Ciudad del Vaticano
"Que llegue el día de la paz definitiva entre Armenia y Azerbaiyán. Que la favorezcan la prosecución de las iniciativas humanitarias, el regreso de los desplazados a sus hogares de manera legal y segura, y el respeto mutuo de las tradiciones religiosas y de los lugares de culto de cada comunidad". Lo imploró el Papa Francisco en su mensaje navideño pronunciado el lunes 25 de diciembre, antes de impartir la bendición Urbi et Orbi.
Su mensaje es una hoja de ruta para la supervivencia de Armenia, el primer Estado cristiano del mundo. Este diciembre, las celebraciones navideñas llegan al final de un nuevo año difícil.
Azerbaiyán y Armenia disputan desde hace décadas la región de Nagorno-Karabaj y han librado varias guerras, una entre 1988 y 1994 y otra en otoño de 2020. En septiembre de 2023, tras una ofensiva relámpago de Azerbaiyán, la región volvió oficialmente a Bakú. Tras esta operación militar de 24 horas, las autoridades de Bakú también detuvieron a varios representantes y Nagorno Karabaj se vació de casi todos sus habitantes, con más de 100.000 de los 120.000 registrados huyendo a Armenia.
Días festivos en el orfanato
Cerca de la frontera turca, en Gyumri, la segunda ciudad más grande del país, tres religiosas de la Congregación Armenia de la Inmaculada Concepción dirigen un orfanato que acoge a una treintena de niños en este fin de año. Las celebraciones navideñas son una oportunidad para dar un respiro a los pequeños internos, muchos de los cuales proceden de Nagorno-Karabaj. "Dibujamos belenes, organizamos comidas, carnavales, es una fiesta", explica la hermana Nariné, contactada en Gyumri, en plena preparación de una jornada en la que se espera a más de 300 personas en el orfanato, antiguos residentes y sus familias. También se está organizando una cuenta regresiva para la Navidad con los niños del orfanato. Los niños suelen celebrar la Navidad dos veces, el 25 de diciembre y el 6 de enero. "Esto no plantea ningún problema a las familias", sonríe la Hermana Nariné, que constata que existe un muy buen entendimiento entre los diferentes ritos.
"Tenemos miedo de otra guerra en Armenia, no estamos acostumbrados a vivir en paz", suspira la monja. En el orfanato, los psicólogos prestan apoyo a los niños desplazados, porque en Gyumri, aunque esté geográficamente lejos de Nagorno-Karabaj, la guerra es omnipresente. "Podemos ver a los soldados en la ciudad, y a las familias que han venido de Nagorno-Karabaj. Nos gustaría que los niños olvidaran esta guerra, pero no es fácil".
Las perspectivas para 2024
Tras su derrota en septiembre, las autoridades armenias de Nagorno-Karabaj acordaron disolver la región el 1 de enero de 2024. Esta decisión fue revocada el 22 de diciembre. A pesar de algunos signos positivos, como la promesa de Ereván y Bakú de "normalizar" sus relaciones, los observadores siguen siendo escépticos sobre la firma de un acuerdo de paz entre los dos países vecinos.
La hermana Nariné solo tiene un deseo para 2024: "Por encima de todo, queremos la paz. Todo el mundo quiere la paz. Rezamos".
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