La libertad religiosa como motor de la paz
Michele Raviart – Ciudad del Vaticano
El 4 de octubre de 1992 se firmaba en Roma la paz. Las partes beligerantes del FRELIMO y de la RENAMO, junto con el arzobispo Jaime Pedro Gonçalves, el entonces sacerdote Matteo Zuppi, el diputado Mario Raffaelli y el fundador de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi, pusieron fin así a la guerra civil que durante décadas había asolado Mozambique, tras veintisiete meses de conversaciones.
Una prueba de la eficacia del diálogo, una vía italiana para la resolución de los conflictos a través de la informalidad y la creatividad jurídico-política, y un testimonio de la contribución que los cristianos pueden aportar a la paz. Así lo reafirmó Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad de San Egidio, en un discurso pronunciado en el segundo Foro sobre Libertad Religiosa, promovido por el gobierno italiano a través de Davide Dionisi, Enviado especial del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación internacional para la promoción de la libertad religiosa y la protección de las minorías religiosas en el mundo, y que tuvo como tema "La diplomacia italiana y la contribución de las religiones a la construcción de la paz en los países africanos den lengua portuguesa".
La paz siempre es posible mediante la negociación
"Italia ha tenido, y tiene aún más hoy, un deber primordial de contribuir a la consecución de la paz, que considera un derecho natural del hombre". Así lo subrayó el vicepresidente del Consejo y Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación internacional, Antonio Tajani. En este sentido, reiteró, lo ocurrido en Mozambique, pero asimismo en Angola, que también fue posible gracias a la ayuda de las religiones, porque cada vez que se da un paso en favor de la paz, se genera un efecto positivo en la sociedad.
En un contexto en el que la comunidad internacional avanza hacia una carrera de rearme que, en lugar de preservar la civilización, hace que se corra el riesgo de llevarla al borde del abismo, "la fe religiosa no es un problema, sino parte de la solución". Así lo subrayó Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede. La paz siempre es posible a través de la negociación, añadió. Lo enseña la experiencia de la Iglesia, desde la Pacem in Terris hasta el encuentro de Asís de San Juan Pablo II y las palabras del Papa Francisco, que recuerda a menudo que la paz es un oficio que requiere paciencia y escucha.
No hay identidad sin relación
En un mundo adicto a la división, subrayó en cambio el profesor Roberto Mancini, director del Departamento de estudios humanísticos de la Universidad de Macerata. Y agregó que lo que prevalece es la lógica de la identidad, vivida como exclusiva, y que separa a cada comunidad de la otra. Esto crea, añadió, una barrera absoluta, pero ningún hombre es extraño a otro, porque no hay identidad sin relación. El papel de la religión, por tanto, puede dar a los pueblos una motivación profunda para el cambio y la reconciliación, como respuesta al amor de Dios por
Luchar con medios pacíficos
"La Iglesia está del lado de los países que sufren. Luchen cuanto antes por medios pacíficos". San Pablo VI lo afirmó en 1970 al recibir a Amílcar Cabral, el líder político que llevó a la independencia de Guinea-Bissau y Cabo Verde de Portugal. Así lo recordó el director de L'Osservatore Romano, Andrea Monda.
Una figura, la de Cabral, fundamental no sólo para los guineanos, sino para toda África, subrayó Fernando Medina, presidente de la Comisión política del Partido Africano para la independencia de Guinea y Cabo Verde en Italia, mientras que el padre Javier Yameogo, de la dirección teológica pastoral del Dicasterio para la Comunicación, reiteró que toda lucha de liberación es ante todo una lucha de cultura.
"La independencia es el derecho a ser de uno mismo", concluyó Filomeno Lopes, escritor y periodista de la redacción en lengua portuguesa de Vatican News - Radio Vaticano.
"La paz es alérgica al lenguaje unívoco – dijo – porque es el cuidado del otro ser humano que se te parece" y es "imposible aspirar a la paz con una lanza en la mano".
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