Torturas en cárceles superpobladas en la República Centroafricana
Valerio Palombaro
La tortura, los malos tratos y las detenciones ilegales y arbitrarias están a la orden del día en las abarrotadas cárceles de la República Centroafricana. La denuncia, contenida en un informe de Naciones Unidas, se produce pocos días después de que Unicef informara de que más de diez años de conflicto prolongado e inestabilidad «ponen en peligro a todos y cada uno de los niños» de la República Centroafricana.
Dos informes internacionales que no sólo vuelven sobre el azote de la grave situación sociopolítica del país, sino que ponen de manifiesto otra dolorosa realidad para los niños. Porque los menores también se ven directamente afectados por el contenido del informe de la ONU sobre el estado de las prisiones.
«Aunque la República Centroafricana ha firmado una convención internacional para no encarcelar a los niños, sigue existiendo el problema de la ausencia de una cárcel de menores en el país», explica al teléfono de L'Osservatore Romano la religiosa Elvira Tutolo, monja de las Hermanas de Santa Juana Antida Thouret originaria de Termoli: «Así que los chicos jóvenes que cometen pequeños o grandes delitos, lo que no es raro debido a las condiciones de extrema pobreza, son arrojados a celdas superpobladas junto con adultos. Sin derechos. Entramos en este problema de forma muy directa».
«En Berberati estábamos a pocos pasos de la cárcel y una vez oímos unos gritos: nos quedamos de piedra al descubrir que eran los de un niño de sólo 12 años». Tras unos 25 años de misión en Berberati, en la frontera con Camerún, la monja italiana vive ahora en la capital, Bangui, donde tiene «más voz» y dirige la ONG Kizito. En plena guerra civil, la rehabilitación de los niños soldado era el centro de su actividad misionera, mientras que hoy se centra cada vez más en la reinserción social de los menores encarcelados.
Detención inhumana
Decenas de miles de personas en África Central, incluidos niños, están recluidas en condiciones inhumanas. Empezando por la «tristemente célebre» prisión de Ngaragba, en Bangui. El hacinamiento en las cárceles provoca malnutrición generalizada, hace proliferar las enfermedades y priva a los presos de una posibilidad real de rescate.
El informe de la ONU insta a las autoridades centroafricanas a tomar medidas urgentes y concretas para remediar estas «violaciones de los derechos humanos»; al tiempo que denuncia que, a finales del 2023, 1.749 detenidos seguían a la espera de juicio, algunos desde hacía casi seis años, en flagrante violación del derecho a un juicio justo.
Reforma penitenciaria
Podría haber margen para el cambio con la reforma penitenciaria en ciernes. «Pero hay un grave problema relacionado con la financiación», explica Sor Elvira, aportando su testimonio directo. «Como ONG Kisito, junto con Unicef, estamos dentro de una comisión internacional para resolver el problema de la ausencia de una cárcel de menores», dice la monja. Las propias autoridades centroafricanas le confiaron esta tarea, a raíz de lo que hizo en Berberati, donde salvó a unos 150 menores, entre los reclutados por las milicias Séléka y los que acabaron en la cárcel.
«Chicos sin familia» (Kizito en la lengua local) a los que se saca de la calle, del bosque y de un futuro de delincuencia y se les devuelve a caminos positivos a través de una «nueva» vida comunitaria en la que participan en actividades productivas, desde huertos comunitarios a escuelas de carpintería.
«Hace unos tres meses, el gobierno nos concedió un terreno gratuito en las afueras de Bangui para reproducir lo que se hizo en Berberati», dice la hermana Elvira, y explica que mantiene reuniones periódicas con el Ministerio de Justicia, diplomáticos y otras ONG de la zona: «Pero nos falta dinero para construir este centro».
El llamamiento del Papa Francisco
Desde que estalló la guerra civil a finales del 2012, la República Centroafricana nunca se ha recuperado del todo. En octubre del 2021, el presidente, Faustin Archange Touadéra, había declarado un alto el fuego unilateral con el objetivo de facilitar el diálogo nacional, pero gran parte del país – rico en diamantes, uranio y oro – sigue siendo blanco de los ataques de las distintas milicias.
En medio de muchas dificultades, el trabajo de la ONG Kizito continúa; mientras aún resuena el llamamiento del Papa Francisco, quien, al abrir la Puerta Santa del Jubileo de la Misericordia en Bangui en el 2015, instó a los centroafricanos a superar la «desconfianza», la «violencia» y el instinto de «destrucción» para ser artesanos «de la renovación humana y espiritual».
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