Sudán extenuado por las epidemias y la violencia
Stefano Leszczynski - Ciudad del Vaticano
El Cairo se confirma como un nudo estratégico crucial en la gestión de las crisis que atenazan al «Sur» del mundo. La capital parece haberse convertido en una encrucijada obligada para los negociadores internacionales que intentan fomentar el diálogo entre las partes en conflicto no sólo en Gaza, sino también en Sudán. Es aquí, de hecho, donde el Consejo de Transición -expresión del gobierno sudanés en manos del ejército- ha enviado una delegación para discutir las condiciones de su participación en la conferencia de paz que se celebra en Ginebra. Hasta ahora, el gobierno sudanés -a diferencia de los guerrilleros de las Fuerzas de Apoyo Rápido- ha boicoteado la cumbre suiza promovida por la Unión Africana, Egipto y los Emiratos, con la participación de Arabia Saudí, a la espera de garantías precisas de negociación.
18 meses de guerra
La situación sobre el terreno, sin embargo, no refleja ninguna intención de tregua. En los últimos días, al menos 85 civiles, entre ellos mujeres y niños, han sido asesinados por guerrilleros de la RSF en la aldea de Jalgini, en el estado central de Sennar, y la continua violencia amenaza con frustrar todos los esfuerzos diplomáticos. Desde finales de junio, los paramilitares controlan Sinja, la capital de este estado del centro-este del país. Según la Organización Internacional para las Migraciones, los encarnizados combates en la región han desplazado a casi 726.000 personas. Los paramilitares también controlan gran parte de la capital, Jartum, el estado de Al Yazira (en el centro), la vasta región de Darfur (en el oeste), así como gran parte de Kordofán (en el sur).
Hambre y cólera
En orden cronológico, la última calamidad humanitaria para Sudán se refiere a una vasta epidemia de cólera, que ha cobrado fuerza en las últimas semanas, debido también a las excepcionales inundaciones en el estado de Kassala. La epidemia se suma a una hambruna generalizada que afecta principalmente a la región occidental de Darfur. Según Naciones Unidas, más de 25 millones de personas se enfrentan a una hambruna aguda. Y es precisamente desde el campo de refugiados de Zamzam, en el norte de Darfur, desde donde Médicos Sin Fronteras da la voz de alarma sobre la grave situación de desnutrición infantil y el bloqueo de la ayuda humanitaria por parte de las fuerzas rebeldes de la RSF.
El llamamiento de Médicos Sin Fronteras
La presidenta de MSF, Monica Minardi, ha hecho un llamamiento internacional para que se desbloqueen los suministros médicos esenciales y ha declarado a los medios de comunicación vaticanos: «Obstruir o retrasar deliberadamente la llegada de ayuda humanitaria pone en peligro la vida de miles de niños que no pueden recibir tratamiento vital. Sin tratamiento, los niños que sufren desnutrición grave corren el riesgo de morir en un plazo de tres a seis semanas». Una situación que podría cambiar si se cumplen las promesas del Consejo de Transición de reabrir durante al menos tres meses el paso fronterizo de Adre, previamente sellado para frustrar los suministros de los paramilitares de la RSF.
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