420 mil niños de la Amazonía en riesgo por la sequía
Ariana Pernía Paolini – Ciudad del Vaticano
Más de 420 mil niños están en riesgo de inseguridad alimentaria, falta de acceso a la educación y ausencia de servicios esenciales de salud, a causa de la sequía sin precedentes que se ha suscitado por más de un año en la región amazónica.
De acuerdo al más reciente informe de El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia -Unicef-, las comunidades que habitan a las orillas de los ríos, lagos y arroyos de la Selva Amazónica, se encuentran gravemente afectadas por la escasez de agua, dado que, “las familias dependen de los ríos para transportar y acceder a alimentos, agua, combustible y suministros médicos básicos, así como para desplazarse a las escuelas”.
En tal sentido, escuelas de las comunidades ribereñas de Colombia, Brasil y Perú, se han visto obligadas a suspender las actividades académicas a causa de los bajos niveles de agua; a este respecto, Unicef asegura que “solo en la región amazónica de Brasil, más de 1.700 escuelas y 760 centros de salud han cerrado sus puertas o han quedado inaccesibles debido a los bajos niveles de agua”.
En cuanto a la Amazonía colombiana, la organización informa que el nivel de los ríos ha descendido hasta el 80 % y, con ello, “ha limitado el acceso al agua potable y el suministro de alimentos y ha provocado la suspensión de las clases presenciales en más de 130 escuelas”; del mismo modo, en Perú, más de “50 centros de salud han quedado inaccesibles”.
Las condiciones precarias que causa la sequía, aumentan el riesgo de los infantes a ser reclutados por grupos armados irregulares, así como les deja propensos a numerosas enfermedades, infecciones respiratorias y, además, los expone a la inseguridad alimentaria, la cual, según Unicef, “incrementa el riesgo de desnutrición, el retraso del crecimiento, la emaciación -forma de malnutrición inmediata y mortal- e incluso la muerte, especialmente entre los niños y niñas de menos de cinco años”.
Cambio climático, la principal causa
El río Amazonas alcanzó, el año pasado, sus niveles más bajos en los últimos 120 años, a causa del cambio climático. Las altas tasas de deforestación provocaron la reducción de las lluvias e impidieron que los árboles y el suelo retengan la humedad; esta situación, incrementó la sequía y expuso a la selva a la destrucción de la biodiversidad, a los incendios forestales y a muchos otros fenómenos nocivos para el medioambiente.
La disminución de la resistencia de la selva a las sequías, deforestación, llamas, mengua, del mismo modo, la calidad de vida de los pueblos que habitan en las zonas ribereñas; dificultan el acceso de las comunidades a sus derechos fundamentales, como el derecho a la alimentación y a la educación.
De acuerdo a un estudio de World Weather Attribution, citado por The New York Times, «la quema de combustibles fósiles le dio la calificación de “excepcional” -a la sequía-, la categoría más alta en el sistema de clasificación del Monitor de Sequía de los Estados Unidos».
A este respecto, el estudio evidencia que el calentamiento global, causado por la acción humana, acelera la devastación de la Amazonía, por tanto, “a medida que sigan aumentando las emisiones globales de gases de efecto invernadero, el mundo sufrirá más sequías extremas”.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí