Mayotte: la devastación del ciclón Chido hace temer una catástrofe
Federico Piana – Ciudad del Vaticano
Las ráfagas de viento a 220 kilómetros por hora han derribado todo, no han dejado nada en pie. El ciclón Chido, que el sábado pasado sacudió el archipiélago de Mayotte, una región de ultramar francesa en el Canal de Mozambique, ha sido el más potente visto en la zona en los últimos noventa años. Y no ha tenido dificultad en borrar de un solo golpe, con sus lluvias torrenciales, casi todas las infraestructuras y las áreas habitadas que no ofrecieron resistencia.
Población pobre
De hecho, no podrían haberlo hecho: casi un tercio de la población, que según las últimas y crueles estimaciones es considerada la más pobre de Francia, vive en frágiles chozas que volaron con la primera ráfaga, seguidas de árboles arrancados, postes de luz derribados y techos de chapa arrancados.
Balance difícil
Lamentablemente, calcular las víctimas de los barrios marginales es una tarea realmente ardua para las autoridades francesas. Los habitantes oficialmente censados, según los datos difundidos esta mañana por el Ministerio del Interior, son trescientos veinte mil, a los que se deben añadir al menos otros cien mil ilegales, no registrados e "invisibles", que llegaron como migrantes a Mayotte desde los países vecinos, con una carga aún mayor de pobreza, con la esperanza de una vida mejor. Un balance veraz sólo se podrá tener cuando los rescatistas puedan llegar a los pueblos reducidos a escombros, después de haber despejado las carreteras y las vías de comunicación que ahora son completamente intransitables. El temor es que el número de muertos sea muy elevado, quizás incluso miles.
Desastre sin precedentes
"Es una carnicería. El hospital ha sido dañado, la situación del sistema de salud está muy degradada y varios centros médicos son inutilizables", han declarado varios representantes de las autoridades, quienes también han confirmado el envío de material de socorro, incluidos hospitales de campaña y equipos para la comunicación por satélite.
Mientras tanto, en los centros de acogida establecidos desde ayer comienzan a escasear los alimentos y el agua. "Algunos de mis vecinos tienen hambre y sed", cuentan a los medios locales algunos testigos que denuncian "escenas de saqueos y ataques violentos por parte de algunas bandas criminales locales", aunque decenas de policías han sido movilizados precisamente para garantizar la seguridad de la población.
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