En los ojos de los niños de Yemen el horror de la guerra
Giada Aquilino - Ciudad del Vaticano
Hambre, privaciones, violencia creciente. Yemen es una de las peores crisis humanitarias «prolongadas» del mundo. Así lo afirmó la ONU 10 años después de la escalada del conflicto, identificada por los observadores el 26 de marzo de 2015, día en que la coalición liderada por Arabia Saudí, que se alineó con el entonces Gobierno yemení, comenzó a bombardear los territorios ocupados por los houthis, que en un juego de influencias regionales -incluida la de Irán- habían tomado poco antes Saná. Para exacerbar las tensiones, tras el inicio de la guerra en Gaza, los houthis atacaron principalmente barcos estadounidenses e israelíes en el Mar Rojo y el Golfo de Adén, en señal de solidaridad con el pueblo palestino. Desde entonces, se han lanzado amplias incursiones dirigidas por Estados Unidos en Yemen, que han desatado una nueva polémica al otro lado del Atlántico en los últimos días debido a las revelaciones de la prensa sobre la supuesta publicación por error de los planes de ataque de Washington en un chat de las redes sociales.
El balance del conflicto
En suelo yemení, mientras tanto, la dramática emergencia corre el riesgo de convertirse en una crisis irreversible, cuando Naciones Unidas ya estimó en 2021 que la guerra se había cobrado más de 350.000 vidas. Unicef revela ahora que uno de cada dos niños menores de cinco años está gravemente desnutrido. De ellos, más de 537.000 sufren desnutrición aguda grave. Igualmente alarmante es el hecho de que 1,4 millones de mujeres embarazadas y lactantes están desnutridas.
Economía, sanidad e infraestructuras
El conflicto también ha diezmado la economía -los precios de los alimentos han subido un 300% desde 2015- el sistema sanitario y las infraestructuras. Más de la mitad de los más de 30 millones de habitantes dependen de la ayuda humanitaria, en un momento en el que la financiación internacional es mínima. «Esta catástrofe no es natural: está provocada por el hombre», ha declarado Peter Hawkins, representante de Unicef para Yemen, pues el horror de la guerra ya es irreversible a ojos de los niños yemeníes.
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