Las energías positivas de uno de los continentes más jóvenes
Federico Piana – Ciudad del Vaticano
Mil cuatrocientos millones de habitantes que se convertirán en dos mil millones en el 2050; el segundo continente del mundo en superficie y población; una vitalidad demográfica sin precedentes con una edad promedio de 19 años; una enorme diversidad de recursos naturales que lo han propulsado al centro de la dinámica geopolítica mundial, encendiendo los intereses de potencias como China, Estados Unidos y la Unión Europea.
África no es sólo pobreza, dolor, sangre y guerras. Es también la cara poco conocida y poco contada de un efervescente desarrollo económico y humano que está provocando extraordinarios cambios socioeconómicos, políticos y tecnológicos hasta ahora inimaginables.
Mutación profunda
El principal motor de esta mutación estructural y profunda es la energía. Por ejemplo, el África subsahariana tiene un potencial energético ilimitado. «Sus yacimientos de petróleo y gas natural figuran entre los más prometedores del mundo, mientras que sus recursos de energías renovables, como la solar, la eólica y la hidroeléctrica, figuran entre los más abundantes y menos explotados», se lee en un dossier titulado «La revolución silenciosa. ¿Puede el África subsahariana liderar el futuro de las energías renovables?», elaborado por Harambee Africa international Onlus, una fundación creada con el objetivo de contribuir a dar a conocer las distintas realidades africanas.
La otra cara de la moneda
Sin embargo, el informe no oculta la otra cara de la moneda: precisamente en el África subsahariana, «más de seiscientos millones de personas no tienen acceso a la electricidad y muchos países siguen dependiendo de fuentes de energía tradicionales como la madera y el carbón, con graves repercusiones para el medio ambiente y la salud. Este déficit energético es un obstáculo importante para el crecimiento económico, el desarrollo industrial y el acceso a la sanidad y la instrucción».
Pero que la revolución está en marcha, aunque lentamente y con mil contradicciones, se puede entender a partir de una pequeña historia que Isaac Kodjo Atchikiti se afana en sacar del olvido durante una larga conversación con los medios de comunicación vaticanos.
El joven africano de Togo, experto en financiación climática y doctorando en economía, cuenta las hazañas de Vital Nzaka, un científico congoleño, que ha demostrado que las plantas tienen una capacidad especialmente eficaz para producir electricidad, basada en el proceso de la fotosíntesis.
Excelencias tecnológicas
Otro caso de excelencia tecnológica es la gran presa hidroeléctrica construida por Etiopía en el río Nilo Azul, que pretende hacer autosuficiente a la nación y ayudar a otros países de su entorno. «Debido a su gran importancia – explica Kodjo Atchikiti – el artefacto recibe el nombre de Presa del Renacimiento. El proyecto, en su fase final de realización, preveía la construcción de dos centrales eléctricas que deberían satisfacer las necesidades cada vez mayores».
A continuación, menciona otros casos virtuosos. Kenia consigue producir electricidad aprovechando la energía geotérmica de las placas tectónicas de la zona del Valle del Rift, que siguen separándose en un proceso que comenzó hace treinta millones de años y durará decenas de miles de años más, mientras que en Senegal está Taiba N'Diaye, el mayor parque eólico de toda África Occidental construido en menos de dos años.
Recursos importantes
Según los últimos datos disponibles, la República Democrática del Congo también está experimentando una tumultuosa transición energética. Con una población estimada de cien millones de habitantes, la nación necesita cada vez más energía, que podría satisfacer parcialmente con su gran potencial hidroeléctrico, que asciende a 100 GW. Un recurso que podría ayudar a salir de la extrema pobreza a una población actualmente devastada por una guerra civil que ha congelado cualquier anhelo de desarrollo y crecimiento económico.
Ejemplos virtuosos
«Sin embargo, hasta hace unos años, antes de que se reanudaran los sangrientos enfrentamientos entre bandas armadas, había excelentes ejemplos de cómo formar a jóvenes y mujeres para que se convirtieran en empresarios modernos. Durante mucho tiempo, organizamos cursos de sensibilización exhaustivos que tenían lugar en las parroquias», explica Leta Sakonana, coach empresarial y responsable de proyectos en varias asociaciones y ONG de la República Democrática del Congo.
«Habíamos creado – añade – muchos módulos de formación en marketing, espíritu empresarial, recursos humanos y pequeña contabilidad para enseñar a crear empresas. El objetivo era convertir a esos jóvenes, hombres y mujeres, en trabajadores independientes». En total, se formó a muchos miles de personas, pero ahora el conflicto ha conseguido acabar incluso con estas iniciativas.
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