Teresa, el “retoño” armenio de la esperanza

Benedetta Capelli y Robert Attarian – Ciudad del Vaticano

“Un paso a la vez”: este es el mantra que ha marcado la vida de Teresa Mkhitaryan, una mujer armenia de rizos negros que enmarcan un rostro rubio y ojos oscuros. Se nota inmediatamente que es una mujer decidida, pero es ella misma quien revela que esta fuerza nace de una conversión inesperada, que ha ido creciendo con el tiempo. Una luz que surgió de la oscuridad de un momento que la llevó a refugiarse en una iglesia de Zúrich para encontrar consuelo ante la soledad de sentirse extranjera en Suiza, el país donde había aterrizado tras dejar Armenia. Ella cuenta una larga conversión que comenzó desde un rechazo total, habiendo crecido en una escuela soviética y por lo tanto atea, hasta que poco a poco se abrió al misterio y “provocó” al Señor pidiéndole señales de su presencia. Señales que llegaron puntualmente.

Teresa Mkhitarian, fundadora del "Retoño"

A partir de un paquete de alimentos

Debemos partir de aquí para comprender el trabajo de Il germoglio per l’Armenia, la asociación fundada por Teresa hace diez años. “Todo viaje – leemos en la web – comienza con un primer paso” y de hecho es un encuentro que marca el inicio de una nueva aventura. Teresa conoce a una mujer en dificultades, tiene hambre. Ante estas situaciones uno se siente indiferente o crea una conexión. Teresa elige de qué lado estar sin dudarlo. “Se suponía que iba a celebrar mi cumpleaños”, dice, “pero en lugar de eso cancelé la fiesta y comencé a preparar paquetes de comida para la familia de la señora con otras personas”. El Banco de Alimentos es el camino a seguir tanto en Suiza, donde Teresa empezó a trabajar como voluntaria, como en Armenia, un país donde el 20,9 por ciento de los niños menores de 5 años sufre un subdesarrollo físico debido a la desnutrición constante. La experiencia de “el retoño” nació así, incluso en medio del escepticismo general, pero los hechos demuestran lo contrario: solo el primer día se recogieron seis toneladas de alimentos. En menos de diez años se han distribuido más de 300 toneladas de alimentos entre familias pobres.

Un encuentro con los beneficiarios

Un hogar para quienes no lo tienen

La asta está elevada. “Il Germoglio” mira a su alrededor y comprende que otra situación dramática afecta a las personas que todavía viven en contenedores después del devastador terremoto de 1988 que causó 25 mil víctimas, 15 mil de las cuales solo en Gyumri, en el norte de Armenia. Teresa y sus amigos se pusieron manos a la obra para dar techo a esta gente, sobre todo teniendo en cuenta que en invierno aquí se alcanzan temperaturas de 30 grados bajo cero. Una casa propia cuesta 100 dólares, si se juntan pueden ofrecer una solución. Hoy en día, 500 personas son dueñas de sus cuatro paredes. “Cada vez que hacíamos algo”, dice Teresa, “era una gran felicidad para nosotros. Este es el secreto: hacer felices a los demás”. Luego de limpiar las calles y plantar árboles en las zonas más devastadas por el terremoto, “Il Germoglio” ofreció semillas de trigo, frijol y maíz. En las aldeas fronterizas de Shamshadin, se ayudó a 35 familias a plantar y cosechar trigo orgánico e incluso a establecer una pequeña granja avícola.

Teresa y los niños de Armenia

Sembrar Esperanza: "La Certeza de que Dios Existe"

Teresa no lo hizo todo sola, inició un movimiento de bien que fue creciendo con el tiempo, sembró esperanza. “Para mí, la esperanza en este Jubileo”, explica, “es la certeza de que Dios existe, de que todo está en sus manos y de que Él tiene el control, sobre todo. Es también la certeza de que el bien siempre triunfa. Mi esperanza son los miles de niños en las escuelas que hemos abierto en Armenia. Hay 74 aldeas donde los niños descubren la vida de Jesús con nuestros sacerdotes y caminan juntos, llevando adelante la luz que viene de Él”. Diez años después, este brote ha florecido, sus raíces están firmemente plantadas en la bondad y su aroma es una ligera brisa que se posa en las almas del pueblo armenio.