Papa: Pedir la gracia de la vergüenza y no juzgar a los demás
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
“No juzguen y no serán juzgados”. En su reflexión, el Santo Padre repitió con fuerza esta invitación de Jesús que se lee en el Evangelio propuesto por la liturgia del día (Lc 6, 36-38) en este tiempo de Cuaresma en que la Iglesia nos invita a renovarnos.
En efecto, nadie podrá evitar el juicio de Dios, tanto el personal como el universal; puesto que todos seremos juzgados. Y desde este punto de vista, la Iglesia propone reflexionar sobre la actitud que tenemos con nuestro prójimo y con Dios.
Con frecuencia juzgamos a los demás
En cuanto al prójimo nos invita a no juzgar, es más, a perdonar. “Cada uno de nosotros puede pensar: ‘Pero, yo jamás juzgo; no soy juez” – dijo Francisco – e invitó, en cambio, a examinar nuestras actitudes: “¡Cuántas veces el tema de nuestras conversaciones es juzgar a los demás!”, dijo y añadió: “Esto no va”. “Pero, a ti, ¿quién te ha hecho juez?”, preguntó el Papa Bergoglio. “Juzgar a los demás es algo malo – afirmó – porque el único juez es el Señor” que conoce esta tendencia del hombre de juzgar a los demás:
“En las reuniones que nosotros tenemos, un almuerzo, independientemente de lo que sea, pensemos de dos horas: de esas dos horas, ¿cuántos minutos se han gastado para juzgar a los demás? Esto es el ‘no’. E igual es el ‘sí’. Sean misericordiosos. Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso. Es más: sean generosos. Den y se les dará. ¿Qué se me dará? Una medida buena, colma y rebosante. La abundancia de la generosidad del Señor, cuando nosotros estemos plenos de la abundancia de nuestra misericordia al no juzgar”.
De manera que el Santo Padre hizo la invitación a ser misericordiosos con los demás puesto que, del mismo modo, el Señor será misericordioso con nosotros.
Ser humildes con Dios y reconocernos pecadores
Además, el Pontífice destacó que la segunda parte del mensaje que la Iglesia nos da hoy es la invitación a tener una actitud de humildad con Dios, que consiste en el hecho de reconocernos pecadores.
“Y nosotros sabemos que la justicia de Dios es misericordia. Pero es necesario decirlo: ‘A Ti te compete la justicia; a nosotros, la vergüenza’. Y cuando se encuentran la justicia de Dios con nuestra vergüenza, allí está el perdón. ¿Yo creo que he pecado contra el Señor? ¿Yo creo que el Señor es justo? ¿Yo creo que es misericordioso? ¿Yo me avergüenzo ante Dios, de ser pecador? Así de sencillo: a Ti la justicia, a mí la vergüenza. Y pedir la gracia de la vergüenza”.
La gracia de la vergüenza
Por último, el Papa Francisco recordó que en su lengua materna a la gente que hace el mal, se le dice “sinvergüenza”, y reafirmó la invitación a pedir la gracia para que “jamás nos falte la vergüenza ante Dios”.
“Es una gran gracia, la vergüenza. Así recordamos: la actitud hacia el prójimo, recordar que con la medida con la que yo juzgo, seré juzgado; no debo juzgar. Y si digo algo sobre el otro, que sea generoso, con tanta misericordia. La actitud ante Dios, este diálogo esencial: “A Ti la justicia, a mí la vergüenza”.
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