Papa: oren por los gobernantes, ellos harán lo mismo por el pueblo
Giada Aquilino – Ciudad del Vaticano
Rezar también por los gobernantes y los políticos, para que "puedan llevar a cabo su vocación con dignidad". Lo dijo el Papa Francisco durante la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, que reanudó esta mañana después de la pausa de verano.
La oración
Al reflexionar sobre la Primera Carta de San Pablo Apóstol a Timoteo, el Pontífice observó cómo "todo el pueblo de Dios" fue exhortado a orar, en una "petición universal": Que se hagan "sin cólera y sin polémica", señaló Francisco, "peticiones, súplicas, oraciones y agradecimientos por todos los hombres" y, al mismo tiempo, "por los reyes y por todos los que están en el poder", para que puedan llevar "una vida calma y tranquila, digna y dedicada a Dios".
Pablo subraya un poco el ambiente de una persona creyente: es la oración. Es la oración de intercesión, aquí: "Que todos oren, por todos, para que podamos llevar una vida calma y tranquila, digna y dedicada a Dios". La oración para que esto sea posible. Pero hay una pista sobre la que me gustaría detenerme: "Por todos los hombres – y luego añade – por los reyes y para todos los que están en el poder". Por lo tanto, es una cuestión de oración por los gobernantes, por los políticos, por las personas que son responsables de llevar adelante una institución política, un país, una provincia.
Rezar por quien piensa diversamente
Ellos, afirma, reciben "adulaciones de sus favoritos o insultos". Hay políticos, pero también hay sacerdotes y obispos – dijo el Papa – que son insultados, "alguno se lo merece" – añadió – pero ahora es "como un hábito", recordando lo que él llama un "rosario de insultos y palabrotas, de descalificaciones". Y sin embargo, quien está en el gobierno "tiene la responsabilidad de conducir el país": ¿y nosotros – se preguntó el Pontífice –"lo dejamos solo, sin pedirle a Dios que lo bendiga"?. "Estoy seguro –prosiguió – de que la gente no reza por los gobernantes, al contrario: parecería que la oración por los gobernantes es "insultarlos". Y así – constató – "va nuestra vida en las relaciones" con los que están en el poder. Pero San Pablo – explicó – es "claro" al pedir "orar por cada uno de ellos para que puedan llevar una vida calma, tranquila y digna en su pueblo". Y recordó que los italianos han vivido recientemente "una crisis de gobierno".
¿Quién de nosotros rezó por los gobernantes? ¿Quién de nosotros rezó por los parlamentarios? ¿Para que puedan llegar a un acuerdo y sacar adelante al país? Parece que el espíritu patriótico no llega a la oración; sí, a las descalificaciones, al odio, a las peleas, y así es como termina. "Quiero, por lo tanto, que en todo lugar los hombres recen levantando manos puras al cielo, sin cólera y sin polémicas". Hay que discutir y esta es la función de un parlamento, hay que discutir pero no aniquilar al otro; es más, hay que rezar por el otro, por el que tiene una opinión diferente a la mía.
Una llamada a la conversión
Ante quien piensa que aquel político es "demasiado comunista" o "un corrupto", el Papa – citando también el Evangelio del día de Lucas – no pide "discutir de política" sino – insiste – orar. Luego están los que dicen que "la política es sucia". Pero Pablo VI – subrayó – consideraba que era "la más alta forma de caridad":
Puede ser sucia como puede ser sucia cada una de las profesiones, cada una de ellas... Somos nosotros los que ensuciamos algo pero no es la cosa en sí misma la que está sucia. Creo que nosotros debemos convertirnos y rezar por los políticos de todos los colores, ¡todos! Rezar por los gobernantes. Esto es lo que Pablo nos pide. Mientras escuchaba la Palabra de Dios, me acordé de este hermoso hecho del Evangelio, el gobernante que reza por uno de los suyos, este centurión que reza por uno de los suyos. También los gobernantes deben rezar por su pueblo, y este reza por un siervo, quizás por un doméstico: "Pero no, él es mi siervo, yo soy responsable de él". Los gobernantes son responsables de la vida de un país. Es bueno pensar que si el pueblo reza por los gobernantes, los gobernantes también serán capaces de rezar por el pueblo, precisamente como este centurión que reza por su siervo.
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