El diablo destruye al hombre porque Dios se hizo como nosotros
Alessandro Di Bussolo – Ciudad del Vaticano
El diablo existe y por su envidia por el Hijo de Dios que se hizo hombre, siembra odio en el mundo, que provoca la muerte. Así lo reiteró el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, que dedicó al pasaje del Libro de la Sabiduría propuesto por la liturgia del día en su Primera Lectura. Francisco analizó el primer versículo, en el que el profeta recuerda que Dios nos creó a su imagen, de manera que “somos hijos de Dios", y añadió que " por la envidia del diablo la muerte entró en el mundo".
La envidia del "ángel soberbio" que no acepta la encarnación
Prosiguiendo en su explicación el Santo Padre afirmó que "la envidia de aquel ángel soberbio que no quiso aceptar la Encarnación" lo llevó a "destruir a la humanidad". Y así algo entra en nuestro corazón: "los celos, la envidia, la competición", enumeró el Pontífice mientras, en cambio, "podríamos vivir como hermanos, todos, en paz". Así comienza "la lucha y el deseo de destruir".
El Papa Bergoglio reanudó su diálogo ideal con los fieles, diciendo: "Pero, Padre, yo no destruyo a nadie". "¿No? ¿Y qué hay de las habladurías que haces cuando hablas de otra persona? La destruyes". Y citó al apóstol Santiago: "La lengua es un arma feroz, mata". "Las habladurías matan, calumniar mata". "Pero, padre, fui bautizado, soy un cristiano practicante, ¿cómo puedo convertirme en un asesino? Porque – recordó el Papa – "dentro de nosotros llevamos la guerra", desde el principio. "Caín y Abel eran hermanos – subrayó Francisco – pero los celos, la envidia de uno destruyó al otro". Es la realidad, basta con ver un programa de noticias: "guerras, destrucciones, personas que mueren por las guerras, incluso por las enfermedades".
Tentación: alguien que siembra odio en nuestro corazón
El Pontífice recordó a Alemania y el aniversario de la caída del Muro de Berlín, pero también a los nazis y "las torturas contra todos aquellos que no eran de “pura raza”. Y otros horrores de las guerras.
Detrás de esto hay alguien que nos mueve a hacer estas cosas. Eso es lo que llamamos la tentación. Cuando vamos a confesarnos, le decimos al padre: "Padre, he tenido esta tentación, esta otra, aquella otra...". Alguien que te toca el corazón para hacerte ir por el camino equivocado. Alguien que siembra destrucción en nuestro corazón, que siembra el odio. Y hoy tenemos que decirlo claramente, hay tantos sembradores de odio en el mundo, que destruyen.
El diablo envidia nuestra naturaleza humana
"Muchas veces – comentó el Papa Francisco – creo que las noticias son un relato del odio para destruir: ataques, guerras”. Es cierto que "muchos niños mueren de hambre, de enfermedades" porque no tienen agua, instrucción, educación sanitaria. "Pero porque el dinero que se necesitaría para esto – denunció – va para fabricar las armas y las armas son para destruir". Esto es lo que sucede en el mundo, pero también "en mi alma, en la tuya, y en la tuya". Por la "semilla de la envidia del diablo, del odio". "¿Y de qué tiene envidia el diablo? – se preguntó el Papa – de nuestra naturaleza humana", respondió.
¿Y ustedes saben por qué? Porque el Hijo de Dios se hizo uno de nosotros. Esto no puede tolerarlo, no logra tolerarlo.
Los políticos que prefieren el insulto a la confrontación limpia
Y entonces destruye. "Ésta – explicó el Papa – es la raíz de la envidia del diablo, es la raíz de nuestros males, de nuestras tentaciones, es la raíz de las guerras, del hambre, de todas las calamidades del mundo". Destruir y sembrar el odio – continuó Francisco – "no es algo habitual, también en la vida política", pero "algunos lo hacen". Porque un político a menudo tiene "la tentación de ensuciar al otro, de destruir al otro", tanto con mentiras como con la verdad, y de este modo no hace una sana y limpia confrontación política "por el bien del país". Prefiere el insulto, para "destruir al otro". "Y soy bueno, ¿pero este parece mejor que yo?", piensa, y luego "lo derribo, con el insulto".
Me gustaría que cada uno de nosotros pensara esto hoy: ¿por qué hoy en el mundo se siembra tanto odio? En las familias, que a veces no pueden reconciliarse, en el barrio, en el lugar de trabajo, en la política... El sembrador del odio es esto. Por la envidia del diablo la muerte ha entrado en el mundo. Algunos dicen: pero padre, el diablo no existe, es el mal, un mal tan etéreo... Pero la Palabra de Dios es clara. Y el diablo se la ha tomado con Jesús, lean el Evangelio: ¿tenemos fe o no la tenemos?
Cristo se hizo hombre para vencer el mal en nuestra carne
Oremos al Señor, fue la invocación final de Francisco, para “que haga crecer en nuestro corazón la fe en Jesucristo, su Hijo", que tomó nuestra naturaleza humana, "para luchar con nuestra carne y vencer en nuestra carne" al diablo y al mal. Y que esta fe "nos dé la fuerza para no entrar en el juego de este gran envidioso, el gran mentiroso, el sembrador del odio".
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