El Papa en Santa Marta: no a cristianos sin alegría, prisioneros de las formalidades
Adriana Masotti – Ciudad del Vaticano
Es el sentimiento de alegría de ser cristiano que el Papa Francisco puso al centro de su homilía en la Misa de esta mañana en la Casa Santa Marta. La inspiración la tomó de la primera lectura de hoy, del Segundo Libro de Samuel, que habla de David y de todo el pueblo de Israel celebrando el regreso del Arca de la Alianza a Jerusalén.
El Pueblo festeja porque Dios está cerca
El Arca había sido secuestrada, recuerda el Papa, y su regreso "es una gran alegría para el pueblo". La gente siente que Dios está cerca de ellos y lo celebran. Y el rey David está con él, se pone a la cabeza de la procesión, hace un sacrificio inmolando un novillo y un carnero gordo. Con el pueblo entonces grita, canta y baila "con todas sus fuerzas".
“Había una fiesta: la alegría del pueblo de Dios porque Dios estaba con ellos. ¿Y David? Baila. Baila ante el pueblo, expresa su alegría sin vergüenza; es la alegría espiritual del encuentro con el Señor: Dios ha regresado entre nosotros. Y esto nos da mucha alegría. ¿David no piensa que él es el rey y que el rey debe estar separado de la gente, su majestad, no? -, con la distancia... David ama al Señor, es feliz por este evento de traer el arca del Señor. Expresa esta felicidad, esta alegría, bailando e incluso cantando seguramente como todo el pueblo. Haciendo fiesta”.
Francisco señala entonces que esto también nos sucede, sentir alegría "cuando estamos con el Señor" y, tal vez en la parroquia o en los pueblos, la gente celebra. Luego menciona otro episodio de la historia de Israel, cuando se encontró el libro de la ley en el tiempo de Nehemías y aún entonces "el pueblo lloraba de alegría", continuando la celebración en casa.
Desprecio por la espontaneidad de la alegría
El texto del profeta Samuel continúa describiendo el regreso de David a su hogar donde encuentra a una de sus esposas, Mical, la hija de Saúl. Ella lo recibe con desprecio. Al ver al rey danzando se avergüenza de él y le reprocha diciendo: "¿Pero te avergonzaste de bailar como un vulgar, como uno del pueblo? Y el Papa Francisco observa:
“Es el desprecio de la religiosidad exquisita hacia la espontaneidad de la alegría con el Señor. Y David le explica: “Pero mira, esto era motivo de alegría. ¡La alegría en el Señor, porque hemos traído el arca a casa!”. Ella desprecia. Y dice en la Biblia que esta señora – se llamaba Mical – no tuvo hijos por esto. El Señor la ha castigado. Cuando falta la alegría en un cristiano, ese cristiano no es fecundo; cuando falta la alegría en nuestro corazón, no hay fecundidad”.
Necesitamos evangelizadores alegres para ir adelante
El Papa Francisco señala entonces que la fiesta no sólo se expresa espiritualmente, sino que se convierte en un compartir. David, ese día, después de la bendición, había distribuido "un pan para todos, una porción de carne asada y un puré de pasas", para que todos pudieran celebrar en su propia casa. "La Palabra de Dios no se avergüenza de la fiesta", dijo Francisco, y luego continuó: "Es verdad, a veces el peligro de la alegría es ir más allá y creer que esto es todo. No: este es el aire de la celebración". Luego recordó que San Pablo VI, en su Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi", habló de este aspecto y exhortó a la alegría. Francisco concluye recogiendo sus pensamientos:
“La Iglesia no irá adelante. El Evangelio no irá adelante con evangelizadores aburridos y amargados. No. Sólo ira adelante con evangelizadores alegres, llenos de vida. El gozo de recibir la Palabra de Dios, el gozo de ser cristianos, el gozo de ir adelante, la capacidad de hacer fiesta sin avergonzarse y no ser como esta señora, Mical, cristianos formales, cristianos prisioneros de las formalidades”.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí