Catequesis del Papa: entrar en la victoria del Resucitado
De María Fernanda Bernasconi
Durante la Audiencia General del cuarto miércoles de noviembre el Papa Francisco propuso la tercera catequesis de su nuevo ciclo de reflexiones centrada en el “corazón” de la Iglesia, o sea, en la Santa Misa de la que se puede decir que “es el memorial del Misterio Pascual de Cristo, que él llevó a cumplimiento con su pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo, y que nos hace partícipes de su victoria sobre el pecado y la muerte”.
Hablando en italiano, el Santo Padre afirmó que para comprender el valor de la Misa debemos entender ante todo el significado bíblico de la palabra “memorial”; que no significa sólo recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino que los vuelve, en cierto modo, presentes y actuales.
Después de recordar que Jesucristo, con su pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo ha llevado a cumplimiento la Pascua, el Papa Bergoglio dijo que la Misa es, precisamente, el memorial de su Pascua, del “éxodo” que realizó por nosotros para hacernos salir de la esclavitud y llevarnos a la tierra prometida de la vida eterna.
De manera que la Eucaristía – prosiguió explicando Francisco – nos conduce siempre al culmen de la acción de salvación de Dios. Sí, porque el Señor Jesús, haciéndose pan partido por nosotros, derrama toda su misericordia y su amor, tal como lo hizo en la cruz, renovando así nuestro corazón, nuestra existencia y nuestro modo de relacionarnos con Él y con nuestros hermanos.
Tras referirse a la Constitución dogmática “Lumen Gentium” del Concilio Vaticano II sobre la obra de nuestra redención que se realiza cada vez que el sacrificio de la cruz se celebra en el altar, el Papa Francisco explicó que cada celebración eucarística “es un rayo de aquel sol sin ocaso que es Jesucristo resucitado”. De ahí que participar en la Misa, especialmente el domingo, significa entrar en la victoria del Resucitado, ser iluminados por su luz y reconfortados por su calor.
Por otra parte, el Obispo de Roma manifestó que a través de la celebración eucarística el Espíritu Santo “nos hace partícipes de la vida divina que es capaz de transfigurar todo nuestro ser mortal”. En efecto – prosiguió – “en su paso de la muerte a la vida, del tiempo a la eternidad, el Señor Jesús también nos arrastra a nosotros para hacer la Pascua con Él”. Y – añadió – en la Misa nos unimos a Él, es más, Cristo vive en nosotros y nosotros vivimos en Él, tal como afirma San Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2,19-20).
Hacia el final de su catequesis Francisco dijo que la sangre de Cristo nos libera de la muerte y del miedo a la muerte. Nos libera no sólo del dominio de la muerte física, sino de la muerte espiritual que es el pecado. Por esta razón – terminó diciendo el Papa – en la Eucaristía, Él quiere comunicarnos su amor pascual y victorioso. Y si lo recibimos con fe, también nosotros podemos amar verdaderamente a Dios y al próximo, podemos amar como Él nos ha amado a nosotros, dando la vida.
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