El Papa dialogó con los estudiantes de la Universidad Sofía de Tokio
Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano
Tal como estaba previsto, este lunes 18 de diciembre a las nueve y media de la mañana hora de Roma, el Santo Padre Francisco se conectó desde la Biblioteca Privada del Palacio Apostólico Vaticano con los estudiantes de la Universidad Sofía de Tokio.
Con la espontaneidad que lo caracteriza, el Pontífice respondió en su lengua materna a ocho preguntas que le realizaron los jóvenes quienes abordaron diversos temas: desde cual és su "alegría más grande" tras ser elegido pontífice, a cómo vencer la pobreza y cuidar el medioambiente, pasando por su opinión sobre los objetivos de los estudios universitarios, la religión, y sus preocupaciones y esperanzas en relación a la juventud de hoy en día.
La alegría más grande: la gente
En la primera pregunta realizada por una estudiante de la facultad de teología, el Papa respondió sobre el motivo más grande de su alegría desde su elección: “Tengo muchas alegrías”- dijo. “Sobre todo estoy contento cuando puedo estar con la gente. Cuando puedo saludar a la gente, cuando puedo conversar y sobre todo con los chicos, con los ancianos, con los enfermos”.
La educación integral y armónica
La segunda pregunta se refirió a la educación universitaria, sobre cuál es – según el pontífice- el principal objetivo de los estudios, siendo que hoy en día la educación universitaria se ve como medio para triunfar en una sociedad cada vez más competitiva. A este respecto el Papa observó en primer lugar los riesgos que se corren en una sociedad competitiva, al servicio de la meritocracia, como por ejemplo pisarle la cabeza a los otros con tal de ascender. La educación, en cambio, tiene que estar al servicio de los demás y hacer crecer armónicamente la persona, explicó el Papa, e indicó que debe hacerlo usando tres lenguajes humanos, que son el del intelecto, el del corazón y el de las manos: “de tal manera que al final de una carrera, encontremos un hombre o una mujer que piensa lo que siente y hace; que siente lo que piensa y hace; y que haga lo que siente y piensa”.
Los jóvenes no se deben jubilar antes de tiempo
A la pregunta sobre cuáles son las preocupaciones y esperanzas del Pontífice en relación a los jóvenes, el Santo Padre señaló que su gran preocupación son los jóvenes sin raíces, porque, dijo, “no van a tener la capacidad de florecer”. En cambio los jóvenes tienen que coordinar tres tiempos,que son retomar la memoria, que son las raíces, hacerlas dialogar con el presente, mirando hacia el futuro.
De allí se desprendió también cuál es su esperanza en relación a la juventud, a saber, que estén siempre en movimiento, caminando hacia una promesa pero arraigados en sus raíces y delante del desafío del presente. “Con jóvenes así el mundo cambia totalmente”, aseveró.
La verdadera religión ayuda a trascender
A la pregunta siguiente sobre la religión, el Obispo de Roma explicó que ella hace crecer y enseña a trascenderse a sí mismos, y mencionó al respecto a personas, de distintos credos, que eran religiosas y que aportaron cambios a la humanidad.
Por otra parte puso en guardia sobre la persona hipócrita, es decir, aquella que dice tener fe y vivir religiosamente, pero que en la realidad vive mundanamente o como ateo: “es un mal testimonio”, dijo. También advirtió sobre el fenómeno de los fundamentalismos, que no responden al ideal religioso, sino que son un “refugio sociopolítico degenerado de la religión”.
Cuidar del medioambiente es luchar contra la pobreza
Sobre cómo vencer la pobreza y cuidar al mismo tiempo el medioambiente, el Papa respondió que hoy la humanidad se enfrenta a una opción obligatoria: “O tomas en serio el cuidado del medio ambiente o vamos llegando al límite de la destrucción de la humanidad” aseguró, y recordó haber recibido en el Vaticano a algunos jefes de Estado de Oceanía que le hablaron sobre el drama de algunas islas que desaparecerán en 20 años debido al alzamiento de las aguas causado por el calentamiento global. También aludió a la deforestación del Amazonas y de otros grandes bosques, lo que provoca un gran desequilibrio, y a lo cual se llega por intereses económicos: “Da la impresión de que lo único que importa son las finanzas y el dinero. Están en el centro de interés. Y se sacrifica todo, a eso”.
«Soy un pecador amado por Dios»
A la pregunta sobre la imagen que tiene de sí mismo, el Papa responde con claridad tras hacer una referencia a la patología de la autorreferencialidad, “la vanidad te puede agarrar por todos lados”, pone en guardia. “Creo que son un pecador a quien Dios amó mucho y lo sigue amando”, concluye, y añade que su imagen “plástica”, es decir, la encuentra día tras día, al examinar sus comportamientos, sus decisiones y sus errores.
La historia misma del hombre es la migración
Sobre la cuestión de los refugiados, un problema de especial relevancia señalado en diversas ocasiones por el pontífice y reiterado en esta ocasión, el Papa se refiere a la historia del hombre, recordando que el hombre “es” un migrante, y reafirma que un migrante que escapa de la guerra o del hambre no puede ser rechazado, sino acogido e integrado. Y recuerda asimismo que integrar es dar la bienvenida a la persona, brindarle educación y un trabajo. El Obispo de Roma advierte el abandono de la persona y el aislamiento, pueden crear problemas contra la paz fomentando grupos terroristas, y deja en claro, por otra parte, que el migrante debe respetar las leyes de la sociedad que lo recibe y su historia.
Japón, gran país. Atención al consumismo y a la excesiva competición
La última pregunta referida a la imagen que el pontífice tiene sobre el pueblo japonés y sobre una hipotética visita al país nipón, Francisco recuerda haber estado una semana en Tokio, y dice tener la imagen de un pueblo con ideales, con una profunda capacidad religiosa, un pueblo trabajador y un pueblo que ha sufrido mucho. Pero también observa algunos problemas, como la excesiva competición y el consumismo, que pueden dañarlo y privarlo de la fortaleza que tiene. Japón es, en definitiva según el Papa, “un gran país”, que suscita la admiración del pontífice y al cual ciertamente le gustaría visitar, aunque no sabe si pronto o no, debido a los muchos viajes que hacer.
La Universidad de Sofía de Tokio fue fundada por la Compañía de Jesús en 1913. El nombre en japonés, Jōchi daigaku, literalmente se traduce como "Universidad de la Gran Sabiduría".
La escuela fue reconocida como universidad por primera vez en 1928, pero su historia se remonta a 1549 cuando San Francisco Javier llegara a Japón para evangelizar, quien tuvo como primer pensamiento fundar una Universidad católica. Por ese motivo se encuentra una estatua del santo frente al edificio principal del campus de Ichigaya.
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