El Papa rinde homenaje a la Virgen de la Puerta en Trujillo
Sofía Lobos - Ciudad del Vaticano
La advocación mariana de la Virgen de la Puerta de Otuzco es una de las más veneradas por el pueblo peruano y con especial ardor en la localidad de Trujillo.
Se trata de una devoción que comenzó en el siglo XVII; cuando se temía que una eventual incursión de piratas en esta ciudad costeña amenazara la seguridad de sus habitantes. Los fieles suplicaron con oraciones a la Madre de Dios que los protegiera y tras haber obtenido de ella la protección esperada, nació este culto y fe que actualmente se extiende por todo el norte del país.
Siglos después, el Papa Francisco se suma a esta ferviente devoción nacional, visitando la ciudad de Trujillo la tarde del sábado 20 de enero, continuando así con su viaje apostólico en tierra peruanas.
En torno a las cuatro de la tarde hora local, el Santo Padre llegó a la histórica Plaza de Armas en el papamóvil, para presidir la celebración mariana en honor a la Virgen de la Puerta, donde se congregaron aproximadamente 35.000 fieles para encontrarse, no sólo con el Sucesor de Pedro, sino también con «Mamita de Otuzco», tal y como la llaman cariñosamente a Nuestra Señora en esta región.
Tras escuchar las palabras de bienvenida de Mons. Héctor Miguel, Arzobispo de la ciudad, el Papa pronunció unas emotivas palabras dedicadas a la Virgen.
María conoce el corazón de cada uno
“Esta plaza se transforma así en un santuario a cielo abierto en el que todos queremos dejarnos mirar por la Madre, por su maternal y tierna mirada”, dijo el Pontífice destacando que María es una Madre que conoce el corazón de los norteños peruanos y de tantos otros lugares: “ha visto sus lágrimas, sus risas, sus anhelos. En esta plaza se quiere atesorar la memoria de un Pueblo que sabe que ella es Madre y no abandona a sus hijos”.
En la ceremonia también estuvieron presentes varias imágenes veneradas por el pueblo peruano y procedentes de distintos rincones de la región como la Santísima Cruz de Chalpón de Chiclayo, el Señor Cautivo de Ayabaca, la Virgen de las Mercedes de Paita, el Divino Niño del Milagro de Eten, la Virgen Dolorosa de Cajamarca, la Virgen de la Asunción de Cutervo, la Inmaculada Concepción de Chota, Nuestra Señora de Alta Gracia de Huamachuco, Santo Toribio de Mogrovejo de Tayabamba —Huamachuco—, la Virgen Asunta de Chachapoyas, la Virgen de la Asunción de Usquil, la Virgen del Socorro de Huanchoco, las reliquias de los Mártires Conventuales de Chimbote.
En su discurso, Francisco destacó lo esperanzador resulta ver cómo Nuestra Madre "asume los rasgos de los hijos, la vestimenta, el dialecto de los suyos para hacerlos parte de su bendición".
“María siempre será una Madre mestiza, porque en su corazón encuentran lugar todas las sangres, porque el amor busca todos los medios para amar y ser amado. Todas estas imágenes nos recuerdan la ternura con que Dios quiere estar cerca de cada poblado, de cada familia, de vos, de mí, de todos”, añadió el Papa.
María nos abre el camino a la vida auténtica
En alusión al papel de María como Madre protectora, el Obispo de Roma recordó que al igual que en siglos pasados ella demostró su amor por los hijos de esta tierra, “también hoy sigue defendiendo e indicando la Puerta que nos abre el camino a la vida auténtica, a la Vida que no se marchita”.
“Ella es la que sabe acompañar a cada uno de sus hijos para que vuelvan a casa. Nos acompaña y lleva hasta la Puerta que da Vida porque Jesús no quiere que nadie se quede afuera, a la intemperie. Ella nos lleva a Jesús que es la Puerta de la Misericordia”, aseveró el Papa.
Jesús: Puerta de Misericordia
Por otra parte, el Sucesor de Pedro evocó la riqueza espiritual que supuso el Año Santo de la Misericordia: "Un año que invitó a todos los fieles a pasar por la Puerta de la Misericordia, que es Jesús, a través del cual cualquiera que entre puede experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza".
"¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios!", expresó Francisco con el anhelo de que esta tierra, “que tiene a la Madre de la Misericordia y la Esperanza pueda multiplicar y llevar la bondad y la ternura de Dios a cada rincón y que sea capaz de tener un corazón misericordioso para curar las heridas: un corazón que sepa tener compasión ante el dolor y la desgracia, ante el error y las ganas de levantarse de muchos, que a menudo, no saben cómo hacerlo”, añadió.
Madres y abuelas: motor del Perú
“¡Qué sería de Perú sin las madres y las abuelas, qué sería de nuestra vida sin ellas!”, dijo el Pontífice indicando que el amor que profesamos a María “nos tiene que ayudar a generar actitudes de reconocimiento y gratitud frente a la mujer, frente a nuestras madres y abuelas que son un bastión en las vidas de nuestras ciudades”.
Y en relación a estas palabras de agradecimiento a las mujeres por la valentía de su testimonio, Francisco, invitó a combatir una plaga que afecta, de manera incisiva, al continente americano: los numerosos casos de feminicidio.
“Los invito a luchar contra esta fuente de sufrimiento pidiendo que se promueva una legislación y una cultura de repudio a toda forma de violencia, y son muchas las situaciones de violencia que quedan silenciadas detrás de tantas paredes”, añadió.
Francisco corona a la "Madre de la Misericordia"
El Papa concluyó su discurso invocando a la Virgen de la Puerta, “Madre de la Misericordia y de la Esperanza”, para que muestre al pueblo peruano “el camino que conduce a su Hijo, ayudando a promover e irradiar una cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás”.
Posteriormente, la celebración dio paso a uno de los momentos más significativos del encuentro: Francisco coronó a la imagen mariana, entregando una ofrenda floral e impartió su bendición apostólica.
Tras este último evento de su apretada agenda en Trujillo, el Santo Padre regresó a Lima, donde continúa con su viaje apostólico que culminará a su regreso a Roma, el lunes 22 de enero.
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