Papa: ayudar a las víctimas de la trata a reintegrarse en la sociedad
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
“Queridos hermanos obispos, queridos amigos, les doy mi bienvenida a ustedes, miembros del ‘Grupo Santa Marta’, en la conclusión de su Conferencia, dedicada este año a ofrecer una perspectiva mundial sobre la trata de seres humanos y sobre las modernas formas de esclavitud”.
Con estas palabras el Papa Francisco saludó a estos miembros en su calidad de “líderes en las fuerzas del orden, en la investigación, en las políticas públicas y en la asistencia pastoral” que ofrecen una contribución esencial para afrontar las causas y los efectos de este “flagelo moderno”, que sigue causando “indecibles sufrimientos humanos”.
La esclavitud es una ofensa contra la dignidad humana
En efecto, tal como lo explicó el Cardenal Vincent Nichols, Presidente de este Grupo: “La esclavitud es una ofensa contra la dignidad humana y todos tenemos la responsabilidad de combatirla”. Y precisamente ayer – en el día en que la Iglesia recordaba a Santa Josefina Bakhita, la religiosa sudanesa secuestrada de niña por comerciantes de esclavos – comenzaron los trabajos de la Conferencia Internacional del “Grupo Santa Marta” que concluye este 9 de febrero en la Ciudad del Vaticano.
De este modo, los representantes de más de treinta países, con delegados procedentes de África, Europa, Asia y América, entre los cuales Obispos, religiosos, altos funcionarios de Policía y relevantes Organizaciones Internacionales, se encontraron para discutir y compartir las mejores iniciativas para contrastar la trata de seres humanos y las modernas formas de esclavitud dentro de su propio contexto geográfico.
El Papa Bergoglio manifestó su esperanza de que estas jornadas de reflexión y de intercambio de experiencias hayan sido útiles para seguir aclarando “la interacción de las problemáticas, globales y locales, de la trata de personas humanas”. Y añadió que la experiencia demuestra que estas formas modernas de esclavitud “están mucho más difundidas de cuanto se pueda imaginar, incluso – con nuestra vergüenza y escándalo – en nuestras sociedades más prósperas”.
“El grito de Dios a Caín – ¿‘Dónde está tu hermano?’ – que se encuentra en las primeras páginas de la Biblia – les dijo Francisco aludiendo a su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium – nos insta a estudiar seriamente las diversas formas de complicidad con las que la sociedad tolera y anima, especialmente a propósito de la trata con fines sexuales, la explotación de hombres, mujeres y niños vulnerables”.
Y no dudó en afirmar que las iniciativas tendentes a combatir la trata de personas con el objetivo concreto de desmantelar las redes criminales, deben considerar cada vez más los crecientes sectores relacionados, como por ejemplo, “el uso responsable de las tecnologías y de los medios de comunicación, por no hablar del estudio de las implicaciones éticas de los modelos de crecimiento económico que privilegian el beneficio sobre las personas”.
Con la seguridad de que estos días de trabajo sirvan también para incrementar la conciencia de la creciente necesidad de ayudar a las víctimas de estos crímenes, acompañándolas por un camino de reintegración en la sociedad y de restablecimiento de su dignidad humana, el Pontífice les dijo que la Iglesia agradece todos los esfuerzos realizados para llevar “el bálsamo de la misericordia divina a quienes sufren”.
Con su gratitud por el trabajo que llevan a cabo en este sector crucial, el Papa Francisco se despidió con la seguridad de acompañarlos con su oración no sin antes invocar sobre todos ellos, sus familias, y las personas a las que sirven, la bendición del Señor “que da sabiduría, fuerza y paz”. “Y les pido, por favor – añadió – que se acuerden de rezar por mí”.
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