El Vía Crucis 2018: presidido por el Papa y meditado por los jóvenes
Cecilia de Malak - Ciudad del Vaticano
«Te veo Jesús… Te ruego Señor»
En las 14 meditaciones, los jóvenes autores, coordenados por el Profesor Andrea Monda, imaginan ser testigos oculares de la Pasión de Cristo.
12 chicas y 3 chicos le hablan a Jesús, dejan emerger sus interrogantes sobre el mundo en el que viven. Siguiendo lo que les pidió el Papa, que quiere escuchar a los jóvenes, cada uno de los jóvenes se dirige al Señor Jesús en su meditación y en su oración.
Un encuentro personal con Cristo en el camino de la Cruz, en la Jerusalén de hace más de dos mil años y hoy en el mundo
Y así como entonces, los jóvenes en sus meditaciones reconocen también hoy al Señor:
«Jesús condenado a muerte». En la primera estación, Valerio lamenta la injusticia de la multitud que prefiere salvar a Barrabás y no al Señor, rogándole su ayuda para saber elegir en la vida ante las opciones que se presentan.
«Jesús con la cruz a cuestas». En la segunda estación, María y Margherita, señalan que la cruz, «símbolo para el hombre de humillación y dolor, se reverla ahora, por la gracia de su sacrificio, como una promesa: de toda muerte resurgirá la vida y en toda oscuridad resplandecerá la luz».
«Jesús cae por primera vez». En la tercera estación, Caterina le dice al Señor: «Con tu coraje nos enseñas que los fracasos y las caídas no deben detener nunca nuestro camino y que tenemos siempre una opción: rendirnos o levantarnos contigo».
«Jesús se encuentra con la Madre». En la cuarta estación, Agnese le pide ayuda al Señor para recordar siempre «el ejemplo de María, que aceptó la muerte de su hijo como misterio grande de salvación»… Para vivir siempre «con la mirada puesta en el bien de los otros ya morir en la esperanza de la resurrección y la certeza de que nunca estamos solos, ni abandonados por Dios ni por María, madre buena que lleva siempre en su corazón a su hijos».
«El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz». En la quinta estación, Chiara, le ruega al Señor «haz que cada uno de nosotros pueda encontrar el coraje de ser como el Cireneo que lleva la cruz y sigue tus pasos». Que cada uno de nosotros sean tan humilde y fuerte como para llevar la cruz de los que encontramos…para estar abiertos al encuentro también en la diversidad».
«La Verónica enjuga el rostro de Jesús». En la sexta estación, Cecilia, le ruega a Jesús: «dame la fuerza para acercarme a las otras personas, a cada persona, joven o vieja, pobre o rica, querida o desconocida, y de ver en sus rostros tu rostro…»
«Jesús cae por segunda vez». En la séptima estación, Francesco, le pide al Señor: «Recuérdanos que cuando nos equivocamos y caemos, si estamos contigo y nos aferramos a tu mano, podemos aprender y volvernos a levantar… Haz que los jóvenes podamos llegar a todos tu mensaje de humildad y que las generaciones futuras abran los ojos hacia ti y sepan comprender tu amor…»
«Jesús que encuentra a las mujeres de Jerusalén» En la octava estación, Sofía reza así: Señor, haz que yo, junto con las mujeres y los hombres de este mundo, podamos ser cada vez más caritativos para con los más necesitados, como hacías tú»
«Jesús cae por tercera vez». En la novena estación, Chiara le ruega a Jesús: «danos el coraje de ir adelante en nuestro camino. Haz que acojamos hasta el fondo la esperanza y el amor que nos has donado. Que todos puedan afrontar los desafíos de la vida, con la fuerza y la fe con la que tú has vivido los últimos momentos en tu camino hacia la muerte en la cruz».
«Jesús es despojado de las vestiduras». En la décima estación, Greta le ruega al Señor«…haz que podamos ver siempre la dignidad de los demás, estimarla y custodiarla».
«Jesús clavado en la cruz». En la undécima estación, Greta escribe que «hoy en el mundo de Internet, estamos tan condicionados por todo lo que circula en red que a veces dudo también de mis palabras. Pero tus palabras son distintas, son fuertes en su debilidad. Tú nos has perdonado, no tienes rencor, has enseñado a dar la otra mejilla y has ido más allá, hasta el sacrificio total de tu persona». Y le ruega al Señor: …«haz que ante una injusticia, yo pueda tener el coraje de tomar las riendas de mi vida y actuar de modo distinto».
«Jesús muere en la cruz». En la duodécima estación, Dante escribe: «Es un misterio grande Jesús: nos amas muriendo, habiendo sido abandonado…». Y le ruega al Señor: «…abre mis ojos, haz que yo vea aun en los sufrimientos, en la muerte, en el fin que no es verdadero fin. Perturba mi indiferencia con tu cruz…».
«Jesús que es bajado de la cruz». En décimo tercera estación, Flavia reza así: «Señor, has que en nosotros esté siempre viva la esperanza, la fe en tu amor incondicional. Haz que podamos mantener siempre viva y encendida la mirada hacia la salvación eterna y logremos encontrar alivio y paz en nuestro camino».
«Jesús que es puesto en el sepulcro». En la décimo cuarta estación, Marta le ruega: «Señor… Tú que no miras lo superficial, sino que ves lo secreto y profundo escucha nuestra voz; haz que podamos descansar en ti, reconocer en ti nuestra naturaleza, ver en el amor de tu rostro dormido nuestra belleza perdida
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