El Papa a los periodistas: con la verdad, sean valientes y proféticos
María Cecilia Mutual – Ciudad del Vaticano
“Ser periodista es un trabajo exigente que tiene que ver con la formación de las personas, de su visión del mundo y de sus actitudes ante los eventos”: con esta definición se dirigió el Papa Francisco a los 70 integrantes de la Delegación del Premio de Periodismo internacional “Biagio Agnes”, a quienes recibió en audiencia en la mañana de este lunes, en la Sala Clementina en el Vaticano.
El recuerdo de Biagio Agnes, garante de la información correcta
Dándoles la bienvenida, el Papa recuerda en su discurso que el nombre de la Fundación es el de uno de los más notables periodistas italianos, defensor del servicio público, garante a menudo de la información correcta, autentica y puntual. “Haciendo tesoro de su enseñanza, ustedes se empeñan ante todo personalmente, por una comunicación que sepa anteponer la verdad a los intereses personales o de corporaciones – expresa el Pontífice. Con este Premio – prosigue – “ustedes señalan a la sociedad periodistas que se distinguen por responsabilidad en el ejercicio de la profesión”.
Periodismo, un trabajo exigente y fatigoso
Francisco define la tarea del periodista como “un trabajo exigente” que en este momento está viviendo un periodo caracterizado por la convergencia digital y la transformación de los mismos medios de comunicación. Haciendo hincapié en la transformación apremiante de las formas y lenguajes de la información, donde conviven una diferencia de modalidades productivas, el Papa afirma que es “fatigoso” entrar en este proceso, pero que es “siempre más necesario”, si se quiere continuar a ser “educadores de las nuevas generaciones”. Todo esto requiere – según el Santo Padre – una “vigilancia sabia”. De hecho – señala el Papa citando la Encíclica Laudato sí – “las dinámicas de los medios de comunicación y del mundo digital cuando se vuelven omnipresentes, no favorecen el desarrollo de una capacidad de vivir con sabiduría, de pensar en profundidad, de amar con generosidad”.
Mirar a las periferias
Tres claves dá Francisco para poder llevar a cabo el trabajo periodístico con sabiduría y recuerda, para empezar, que a menudo los lugares principales de producción de las noticias se encuentran en los grandes centros: “pero esto, no debe hacernos olvidar jamás las historias de las personas que viven distantes en las periferias”, con sus historias “de sufrimiento y degradación” o de “gran solidaridad que pueden ayudar a todos a mirar la realidad de manera renovada".
Con la verdad, ser valientes y proféticos
Es necesario – continúa el Papa – ser muy exigentes con sí mismos para no caer en la trampa de las lógicas de contraposición por intereses o por ideologías. Y asegura que en un mundo donde todo es veloz, “es siempre más urgente apelarse a la sufrida y fatigosa ley de la búsqueda profundizada, de la confrontación y, si es necesario, del ‘callar’ antes que herir a una persona” o “deslegitimar un evento”. Esto puede ayudarnos a volvernos “valientes y proféticos”.
Llamados a abrir espacio a la esperanza
Por último, un periodista no debería sentirse tranquilo por el solo hecho de haber relatado un evento – afirma el Obispo de Roma – sino que, “se trata de abrir espacios de esperanzas mientras se denuncian situaciones de degradación y de desesperación”. El periodista está llamado a “tener abierto un espacio de salida, de sentido, de esperanza”.
Concluyendo, el Papa recuerda una de las iniciativas de la Fundación Biagio Agnes: el Forum de divulgación científico “Check-Up para Italia” con el objetivo de profundizar argumentos médico-científicos a través de una información cuidadosa en contraste con la información casera o de las noticias aproximativas, que siempre más a menudo se pueden encontrar en la red y que llaman la atención del público mucho más de la ciencia. Y en este sentido recuerda el reciente congreso internacional del Pontificio Consejo de la Cultura centrado en esta temática.
Con las palabras de la Enciclica Laudato sí, Francisco afirma que “es necesario asegurar un debate científico y social que sea responsable y amplio, en grado de considerar toda la información disponible y de llamar a las cosas por su nombre. A veces – subraya – no se pone en la mesa la información completa, sino que se la selecciona según los propios intereses, sean ellos políticos, económicos o ideológicos”.
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