Prefacio del Papa: “La vergüenza es una gracia que nos lleva a pedir perdón”
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“Ven Señor Jesús. Ven a mí, búscame, encuéntrame, tómame del brazo, llévame”. Recordando la oración de San Ambrosio, el Papa Francisco abre el Prefacio de la sexta edición del opúsculo “Quien reza se salva”, librito que recoge las oraciones más simples de la tradición cristiana, editado por la Revista Mensual Internacional 30 Días.
El manual con las oraciones más sencilla de la tradición cristiana, ideado por Don Giacomo Tantardi (1946 – 2012) fue publicado por primera vez en 2001 por la Revista “30 Días”. Siguieron otras ediciones, hasta aquella del 2005 que contenía una introducción firmada por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, quien poco tiempo después sería elegido como Pontífice. La sexta edición ha mantenido ese texto, que es precedido de una breve reflexión del Papa Francisco.
El Señor es el primero en tomar la iniciativa
“Esta oración de San Ambrosio – precisa el Pontífice citando la Expositio in psalmum 118 – era muy querida por Don Giacomo Tantardini, la recitaba frecuentemente, nos recuerda su corazón de niño, así su oración es consciente de que es el Señor el primero en tomar la iniciativa y nosotros no podemos hacer nada sin Él”.
En el Prefacio, con fecha del 28 de marzo 2018, el Papa Francisco recuerda que “no es un caso que a este librito”, el autor le quiso dar como título una expresión de San Alfonso María de Liguori. Un librito traducido en las principales lenguas y difundido en centenares de miles de copias en todo el mundo, llegando gratuitamente incluso en muchas misiones católicas extendidas en todos los ángulos del planeta. “El pequeño libro – escribe el Santo Padre – nace de la intuición de Tantardi a pedido de los jóvenes que se convertían al cristianismo”.
Y hoy, los amigos de Don Giacomo lo consideran su regalo más bello. Sobre todo, porque además de las oraciones – afirma el Papa – recoge todo lo que nos ayuda a hacer una buena confesión. Al respecto, el Pontífice cita una frase que este sacerdote repetía frecuentemente en la última parte de su vida: “Quien se confiesa bien se hace santo”.
Vademécum para el penitente
A partir de esta frase, el Papa Francisco completa el Prefacio con una especie de vademécum para el penitente que se acerca al sacramento de la penitencia. “El punto de partida – puntualiza el Papa – es el examen de conciencia, el dolor sincero por el mal cometido. Seguido de la confesión de los pecados individuales, de modo concreto y sobrio. Sin avergonzarse de la propia vergüenza”. Ya que la vergüenza, afirma el Obispo de Roma, es una gracia que nos impulsa a pedir perdón, al igual que la gracia de las lágrimas, que lava nuestra mirada para ver mejor la realidad.
La misericordia divina nos espera
Por lo demás, como enseña el Evangelio, al Señor le basta un pequeño gesto de arrepentimiento. La misericordia divina, afirma el Papa Francisco, espera paciente el regreso del hijo prodigo, es más, lo anticipa, lo alcanza tocando su corazón, de tal modo de hacer surgir en él, el deseo de poder ser abrazado por su infinita ternura y poder volver a caminar.
“En el confesionario – escribe el Santo Padre – debemos ser concretos en la confesión de los pecados, sin reservas, pero después vemos que es el Señor mismo quien nos tapa la boca, como diciéndonos, está bien así”. Al Señor, señala el Papa, le basta este gesto de dolor, no quiere torturar tu alma, la quiere abrazar. Quiere tu alegría. “Porque Jesús – concluye el Papa – ha venido a salvarnos así como somos: pobres pecadores, que piden ser buscados, encontrados, tomados en brazos, llevados por Él”.
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