El Papa y los abusos en los EE.UU.: buscar siempre la verdad

Alessandro Gisotti – Ciudad del Vaticano

“Las víctimas deben saber que el Papa está de su lado”. Es uno de los pasajes más fuertes de la declaración del Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Greg Burke, después de la publicación del informe en Pensilvania sobre los abusos sexuales cometidos por 300 miembros del clero contra más de mil personas. Estas son palabras que recuerdan lo que Francisco dijo hace tres años cuando encontró a un grupo de víctimas de abuso durante el Encuentro Mundial de las Familias en Pensilvania, Filadelfia.

Seguir siempre el camino de la verdad

“Lamento profundamente – declaró el Papa el 27 de septiembre de 2015 – que algunos Obispos hayan fracasado en su responsabilidad de proteger a los niños”. Dirigiéndose a los supervivientes de los abusos, admitió con tristeza que “es muy inquietante saber que en algunos casos fueron los propios Obispos los que cometieron los abusos”. Y añadió: “Os prometo que seguiremos el camino de la verdad, adondequiera que nos lleve. El clero y los obispos serán llamados a rendir cuentas si han abusado de niños o no han podido protegerlos”. “Dentro de nuestra familia de fe y en nuestras familias humanas – fue la advertencia del Papa – el pecado y el crimen del abuso sexual de los niños ya no deben ser un secreto y una vergüenza”.

No se pueden esconder estos crímenes

El Papa reiteró entonces su compromiso de combatir el flagelo de los abusos el mismo día, hablando con los Obispos de todo el mundo que participaban en el Encuentro de Filadelfia. “Los crímenes y pecados del abuso sexual de los niños – dijo con palabras inequívocas – no pueden ocultarse más. Estoy comprometido con la cuidadosa vigilancia de la Iglesia para proteger a los menores y prometo que todos los responsables darán cuentas”.

El abuso de menores es un sacrilegio

El Papa Francisco volvió al tema respondiendo a las preguntas de los periodistas en el vuelo de regreso a Roma. “Cuando un sacerdote comete un abuso – advirtió – es muy grave, porque la vocación del sacerdote es elevar a ese niño o niña hacia arriba, hacia el amor de Dios, hacia la madurez afectiva, hacia la bondad”. “Y en vez de hacer esto – señaló amargamente el Papa –, lo aplastó, lo aplastó, el mal”. Y añadió que es “un sacrilegio”. “No tienes que encubrir – añadió con fuerza el Pontífice – y son culpables incluso aquellos que han encubierto estas cosas. Incluso algunos Obispos que han cubierto esto. Es algo muy malo”.