El Papa: en Irlanda la fe es más fuerte que las heridas de los abusos
"No diré una palabra"
Las siete preguntas que preceden a la respuesta no solicitada del Papa Francisco son como planetas que giran alrededor del trágico sol de los abusos. La que hace enderezar los oídos y escribir más frenéticamente en los teclados es la respuesta que el Papa da al caso del día. La segunda jornada en Dublín comienza con el documento del ex nuncio apostólico en los Estados Unidos, Mons. Carlo Maria Viganò, quien cuestiona al Papa en el asunto del cardenal McCarrick, acusado de molestias sexuales contra jóvenes seminaristas. Francisco es tajante e invita a los periodistas a sacar sus propias conclusiones. “Digo sinceramente esto: léanlo ustedes cuidadosamente y háganse su propio juicio personal. Yo no diré ni una palabra sobre esto. Creo que el documento habla por sí mismo”.
Un jurado para cada caso
Habla y explica en cambio otros aspectos delicados y complejos, como el modo de llevar ante la justicia a un obispo acusado de abusos. Rechaza cortésmente el deseo de Marie Collins- ex miembro de la Comisión Pontificia instituida para contrastar este fenómeno y víctima ella misma de violencias por parte de un sacerdote irlandés- de crear un tribunal especial, como indicado en el Motu proprio “Como una madre amorosa”. En realidad se ha visto, dice Francisco, que más un mismo jurado resulta más eficaz la creación de un colegio ad hoc para cada caso. “Funciona mejor así”, asegura el Papa, que recuerda cómo el último en ser sometido al tribunal fue el arzobispo de Guam y que hay otro procedimiento en curso.
Hablar inmediatamente, jamás hacer juicios sumarios
Una pregunta le llega sobre lo que debe o puede hacer el “pueblo de Dios” ante crueldades similares realizadas por sacerdotes. También en este momento el Papa corta la reticencia e indica en las familias heridas como el primer obstáculo a la transparencia. “Cuando se ve algo, sostiene con fuerza, es necesario hablar inmediatamente”. Muchas veces son los padres que cubren el abuso de un cura, porque no creen al hijo o a la hija. Pero, en cambio, el Papa critica la labor de los medios de información que intentan hacer procesos amarillistas antes que se verifique una responsabilidad. Francisco cita el caso del grupo de sacerdotes de Granada, unos diez, acusados de pedofilia por un joven empleado en un colegio, que había escrito al Papa de haber sido víctima de violencias. Pues, el cepo de humillación sufrida por algunos de estos sacerdotes resultó ser la injusticia más cruel porque la justicia ordinaria los encontró inocentes. Entonces, es la invitación del Papa a los periodistas, "su trabajo es delicado", deben decir lo que ocurre, "pero siempre con la presunción legal de inocencia y no con la presunción de culpa".
Quien ignora no es un verdadero padre
Palabras de gran estima el Pontífice reserva a la ministra irlandesa que le habló del dramático caso del orfanato de monjas irlandesas en Tuam. Objeto de una investigación por parte de las autoridades, que la configura lugar de abusos y horrores repetidos en décadas pasadas, el Papa dijo que esperaba el resultado final de la investigación también para verificar las responsabilidades de la Iglesia. En cualquier caso, la apreciación del Papa es toda para el “equilibrio” y la “dignidad” con la que el representante del gobierno irlandés le ha hecho conocer la situación. Siempre con el tema de Irlanda, una pregunta interpela a Francisco sobre qué le diría a un padre cuyo hijo se confesase homosexual. Yo le diría de “rezar, no condenar, dialogar, comprender, dar lugar al hijo, a la hija” porque “ignorar es una falta” de paternidad y maternidad.
El caso de la “Diciotti”
Uno entre los primeros temas que fueron afrontados en la conferencia de prensa, fue de nuevo el tema de la inmigración. Tocando el tema de la feliz conclusión de la nave “Diciotti”, desembarcados en Messina todos los refugiados, después de diez días sin posibilidades de atracar. El periodista le pregunta al Papa si tuvo que ver en este caso, y Francisco replica diciéndole que no, él no tiene nada que ver sino más bien, es obra del “buen don Aldo” Buonaiuto, de la Fundación Juan XXIII, pero también tuvo que ver la CEI, la Conferencia Episcopal Italiana, con el Cardenal Gualtiero Bassetti. El Papa recuerda el criterio de prudencia que debe guiar a un país, al momento de acoger a los inmigrantes, pero sobre todo insiste en el valor de la integración. Puede cambiar una vida, dice, como la de la estudiante que él trajo de la isla de Lesbo, y que encontró recientemente en la universidad. Hice esto, afirma el Papa, para quitarle a los traficantes el comercio de carne humana y dar dignidad a quien busca una nueva vida.
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