La Familia: esperanza de la Iglesia y del mundo
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Ha concluido el noveno Encuentro mundial de las Familias en Dublín, aún resuenan las palabras del Papa, sus mensajes para todas las familias. Sobre todo, insistió en que las familias deben afrontar las dificultades en la sociedad, con el sentido de ser una verdadera familia de pueblos.
“Si hablamos del mundo entero como de una única familia, es porque justamente reconocemos los nexos de la humanidad que nos unen e intuimos la llamada a la unidad y a la solidaridad, especialmente con respecto a los hermanos y hermanas más débiles. Sin embargo, nos sentimos a menudo impotentes ante el mal persistente del odio racial y étnico, ante los conflictos y violencias intrincadas, ante el desprecio por la dignidad humana y los derechos humanos fundamentales y ante la diferencia cada vez mayor entre ricos y pobres”.
Y es que hoy día es muy difícil mantener unido el vínculo familiar en las sociedades modernas. Al respecto, el Papa destacó la importancia de revalorizar la familia como célula básica de la sociedad y de la Iglesia, enfocándose en que el matrimonio "no es simplemente una institución sino una vocación", que debe ser cuidada y protegida.
El hogar: primer lugar donde se transmite la fe
Además, el santo Padre dijo a las familias que el hogar es el primer y más importante lugar para transmitir la fe, “a través del sereno y cotidiano ejemplo de los padres que aman al Señor y confían en su palabra”.
“Ahí, en la «iglesia doméstica», los hijos aprenden el significado de la fidelidad, de la honestidad y del sacrificio. Ven cómo mamá y papá se comportan entre ellos, cómo se cuidan el uno al otro y a los demás, cómo aman a Dios y a la Iglesia. Así los hijos pueden respirar el aire fresco del Evangelio y aprender a comprender, juzgar y actuar en modo coherente con la fe que han heredado. La fe se transmite alrededor de la mesa doméstica, en la conversación ordinaria, a través del lenguaje que solo el amor perseverante sabe hablar”, argumentó Francisco.
“Por tanto, rezad juntos en familia, hablad de cosas buenas y santas, dejad que María nuestra Madre entre en vuestra vida familiar. Celebrad las fiestas cristianas. Vivid en profunda solidaridad con cuantos sufren y están al margen de la sociedad”, alentó.
El amor sin raíces no puede crecer
Antes de despedirse el Papa recordó que ninguna familia puede crecer si olvida sus propias raíces. “Los niños no crecen en el amor si no aprenden a hablar con sus abuelos. Por tanto, dejad que vuestro amor eche raíces profundas”.
“Que, junto con el Papa, todas las familias de la Iglesia, representadas esta tarde por parejas ancianas y jóvenes, puedan agradecer a Dios el don de la fe y la gracia del matrimonio cristiano”, concluyó Francisco.
La Familia, lugar del perdón y la misericordia
Francisco señaló que, “el perdón es un regalo especial de Dios que cura nuestras heridas y nos acerca a los demás y a él. Gestos pequeños y sencillos de perdón, renovados cada día, son la base sobre la que se construye una sólida vida familiar cristiana”.
“Perdonar – precisó el Obispo de Roma – significa dar algo de sí mismo. Jesús nos perdona siempre. Con la fuerza de su perdón, también nosotros podemos perdonar a los demás, si realmente lo queremos”. Es así que, los niños aprenden a perdonar cuando ven que sus padres se perdonan recíprocamente. Si entendemos esto, podemos apreciar la grandeza de la enseñanza de Jesús sobre la fidelidad en el matrimonio. En lugar de ser una fría obligación legal, es sobre todo una poderosa promesa de la fidelidad de Dios mismo a su palabra y a su gracia sin límites.
Las familias son la esperanza de la Iglesia y del mundo. “Con vuestro testimonio del Evangelio, les dijo, podéis ayudar a Dios a realizar su sueño, podéis contribuir a acercar a todos los hijos de Dios, para que crezcan en la unidad y aprendan qué significa para el mundo entero vivir en paz como una gran familia”.
Que las familias difundan el Reino de Cristo
“María nuestra Madre es también Madre de la Iglesia, y a ella le confiamos hoy el camino del Pueblo fiel de Dios en esta Isla esmeralda”, añadió el Sucesor de Pedro pidiendo su intercesión "para que las familias encuentren apoyo en sus esfuerzos por difundir el Reino de Cristo y por ocuparse de los últimos de nuestros hermanos y hermanas".
“Que en medio de los vientos y las tempestades que azotan nuestros tiempos, sean baluartes de fe y de bondad que, según las mejores tradiciones de la nación, resisten a todo lo que pretende disminuir la dignidad del hombre y de la mujer creados a imagen de Dios y llamados al sublime destino de la vida eterna”, pidió Francisco.
Raúl Cabrera recogió el testimonio de un periodista de un canal católico de República Dominicana, Juan Peña
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