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Aliento del Papa en la Jornada Pro Orantibus: sean el corazón orante de la Iglesia

«¿Qué sería de la Iglesia sin la vida contemplativa? ¿Qué sería de los miembros más débiles de la Iglesia que encuentran en vosotros un apoyo para continuar el camino? Gracias, hermanos y hermanas contemplativos, porque sois todo esto para el mundo», escribe el Pontífice en su mensaje.

Ciudad del Vaticano

Con ocasión de la Jornada Pro Orantibus en la Fiesta de la Presentación de la Santísima Virgen María, celebrada el 21 de noviembre, el Papa Francisco envió un mensaje a los participantes del encuentro organizado en Roma por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA), que compartimos a continuación:

«Queridos hermanos y hermanas:

En la fiesta litúrgica de la Presentación de María, celebramos hoy, en su 65ª edición, el Día Pro Orantibus. Este año, la Jornada celebrada en la Pontificia Universidad Lateranense y en la Basílica Pontificia de San Juan de Letrán, está dedicada a la presentación de dos documentos que se refieren directamente a la vida contemplativa de las mujeres: la Constitución Apostólica Vultum Dei quaerere y la Instrucción Aplicativa Cor orans.

En esta ocasión, les agradezco que saluden a todos los que participan en la Jornada. En vosotros saludo a todos los religiosos y religiosas que siguen a Cristo en la vida contemplativa, buscando el rostro de Dios, y que participan en la misión de la Iglesia, siendo en ella el corazón orante.

Gracias por haber respondido a la invitación a participar en este encuentro y en esta celebración que, con mi apoyo, les dirigieron el Cardenal Prefecto y el Arzobispo Secretario. Agradezco también al Secretariado Pro Monialibus, que con mucho esmero prepara este día y cuida de las hermanas con necesidades especiales en la Villa de la Meditación y ayuda a los monasterios en dificultad.

¿Qué sería de la Iglesia sin la vida contemplativa?

Aprovechando este día, deseo expresarles una vez más el gran aprecio de la Iglesia por su forma de vida. ¿Qué sería de la Iglesia sin la vida contemplativa? ¿Qué sería de los miembros más débiles de la Iglesia que encuentran en vosotros un apoyo para continuar el camino? ¿Qué sería de la Iglesia y del mundo sin las luces que señalan el puerto a los perdidos en alta mar, sin las antorchas que iluminan la noche oscura que estamos viviendo, sin los centinelas que anuncian el nuevo día cuando aún es de noche? Gracias, hermanos y hermanas contemplativos, porque sois todo esto para el mundo: apoyo a los débiles, faros, antorchas y centinelas (cf. Constitución Apostólica Vultum Dei quaerere, I, 6). Gracias por enriquecernos con tantos frutos de santidad, misericordia y gracia (cf. ibid., I, 5).

 

Con toda la Iglesia, yo también pido que "el Señor realice su obra en vuestros corazones y os transforme totalmente en Él, fin último de la vida contemplativa; y que vuestras comunidades o fraternidades sean verdaderas escuelas de contemplación y de oración". El mundo y la Iglesia os necesitan, [...]. Esta es vuestra profecía" (Ibid., I, 36).

Formación continua a lo largo de toda la vida

En esta ocasión os invito a tomar en serio el reto de la formación, que, como bien sabéis, consiste en "un itinerario de progresiva asimilación de los sentimientos de Cristo hacia el Padre" (San Juan Pablo II, Exhortación apostólica Vita consecrata, 65). Por ello, mediante una clara formación continua a lo largo de toda la vida, también debemos aceptar responsablemente que la formación es un proceso lento, para el que es importante no tener prisa.

En este contexto, quisiera recordar también la importancia del discernimiento y del acompañamiento espiritual y vocacional de los candidatos, sin dejarse nunca sorprender por la preocupación por el número y la eficacia (cf. CIVCSVA, Caminar desde Cristo, 19 de mayo de 2002, 18), así como por la formación de los formadores y de las hermanas llamadas a servir en la autoridad.

Alimentar la fidelidad al carisma religioso

Para que sus vidas contemplativas tengan sentido para la Iglesia y para el mundo de hoy, es necesario que se centren en una formación adecuada a las necesidades del momento actual: una formación integral, personalizada y bien acompañada. Esta formación alimentará y preservará vuestra fidelidad creativa al carisma recibido, tanto de cada una de las hermanas como de toda la comunidad.

Buscar el rostro de Dios junto a María

Queridas hermanas y hermanos, que este día de fraternidad traiga luz y vida a vuestras comunidades; que la Virgen María, modelo de contemplación, os enseñe a buscar constantemente el rostro de Dios y a permanecer fieles a vuestra misión de ser el corazón orante de la Iglesia. Les imparto con afecto la Bendición Apostólica y les pido por favor recen por mí».

Vaticano, 21 de noviembre de 2018

Memoria Litúrgica de la Presentación de la Santísima Virgen María

Jornada Pro Orantibus

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21 noviembre 2018, 15:03