El Papa a los voluntarios: sigan adelante, con coraje y valentía
Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
El Papa comenzó su mensaje diciendo: “Antes de finalizar esta Jornada Mundial de la Juventud, quise encontrarme con todos ustedes para agradecerles a cada uno el servicio que han realizado durante estos días y en los últimos meses que precedieron a la Jornada”.
La alegría de una misión compartida
Agradeció a los jóvenes que compartieron sus experiencias en primera persona y añadió: “Se experimenta una alegría diferente por haber tenido la oportunidad de trabajar codo a codo con otros para lograr un sueño común. Sé que todos ustedes han experimentado esto”.
“Ustedes ahora saben cómo palpita el corazón cuando se vive una misión, y no porque alguien se los contó, sino porque lo vivieron. Tocaron con su propia vida que «no hay amor más grande que dar la vida por los amigos» (Jn 15,13)”.
Los sacrificios de la misión
El Papa es consciente de los sacrificios vividos. Así es la belleza de sabernos enviados, la alegría de saber que por encima de todos los inconvenientes tenemos una misión que llevar adelante. No dejar que las limitaciones, debilidades e incluso pecados nos frenen e impidan vivir la misión, porque Dios nos invita a hacer lo que podamos y a pedir lo que no podemos”.
La oración nos sostiene
Su Santidad enfatizó el papel de la oración en la vida del cristiano: “Rezando descubrimos que somos parte de una familia más grande de lo que podemos ver e imaginar. Rezando le “abrimos la jugada” a la Iglesia que nos sostiene y acompaña desde el cielo, a los santos y santas que nos han marcado el camino, pero sobre todo “le abrimos la jugada” a Dios”.
También valoró su entrega y renuncia a los propios intereses: “Ustedes han querido dedicar su tiempo, energía, recursos, a soñar y armar este encuentro. Podrían perfectamente haber optado por otras cosas, pero quisieron comprometerse. Dar lo mejor de sí para hacer posible el milagro de la multiplicación no solo de los panes sino de la esperanza. Aquí, una vez más, demuestran que es posible renunciar a los propios intereses en favor de los demás”.
El Papa, dirigiéndose a Stella Maris, le dijo: "cuando leí tu testimonio, sentí ganas de llorar. Renunciaste a tus intereses, renunciaste para ir a cubrir el sufragio de tus tres abuelos. Eso te hace mujer, te hace adulta." "Al Señor le gusta hacer estos chistes, así es el Señor, así nos quiere." Piensen un minuto, ¿a qué renuncié yo para ser voluntario?
La misión continúa
El Papa termina su mensaje animando a los jóvenes en la misión y a ponernos bajo el manto de la Virgen María: “Ahora llega el momento del envío: vayan y cuenten, vayan y testimonien, vayan y contagien lo que han visto y oído. Todo esto queridos amigos denlo a conocer. No con muchas palabras sino, como lo hicieron aquí, con gestos simples y cotidianos, esos que transforman y hacen nuevas todas las cosas. Esos gestos capaces de armar lío, un lío constructivo. Les cuento una cosa". Recordó la anécdota de la abuela que encontró con un cartel que decía: "nosotras las abuelas también armamos lío. Únanse a laas abuelas para armar lío".
“Sigan adelante, con coraje y valentía y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Muchas gracias”.
Los jóvenes coreaban: "Esta es la juventud del Papa". El Papa se despidió dándoles la bendición.
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