Papa en Bendición Urbi et Orbi: Promover diálogo no la opresión
Manuel Cubías – Ciudad del Vaticano
El Papa Francisco celebró la misa de la Resurrección del Señor en una abarrotada Plaza de San Pedro. Después de la eucaristía, se dirigió a toda la concurrencia para la tradicional bendición Urbi et Orbi.
El Papa ha recordado en su mensaje a las víctimas de los atentados contra templos católicos y hoteles en Sri Lanka. Expresó su consternación y dolor por el sufrimiento de tantas personas víctimas de la violencia y les acompaña con sus oraciones y solidaridad.
Rasgos de Cristo Resucitado
El Papa Francisco identifica y nos invita a identificar los rasgos de Cristo resucitado: en primer lugar: está vivo, es nuestra esperanza y lo que él toca se hace nuevo. En segundo lugar: los deseos de Jesús para con nosotros: nos quiere vivos, nos acompaña y espera, no para condenarnos sino para volver a empezar. En momento de desolación, nos devuelve la fuerza y la esperanza.
Acción del Resucitado en nosotros
La primera acción es la novedad para las personas y para el mundo: “La resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres y mujeres” … “es también el comienzo de un mundo nuevo, liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte: el mundo al fin se abrió al Reino de Dios, Reino de amor, de paz y de fraternidad”.
La segunda acción es que “Cristo vive y se queda con nosotros” y “no abandona a los que se encuentran en el momento de la prueba, en el dolor y en el luto”.
Cristo esperanza para los que sufren
Para el Papa, Cristo es esperanza a través de la palabra, la Palabra de Dios y la palabra pronunciada por él, Francisco. Así, recuerda los sufrimientos del pueblo sirio, y el peligro de que la duración del conflicto puede hacernos caer en la “indiferencia”. El Papa llama a una solución política del conflicto, de manera que se favorezca el retorno de las personas desplazadas y de los refugiados.
El Papa dirige su mirada hacia el Oriente Medio “desgarrado por continuas divisiones y tensiones”. Llama a los cristianos a seguir dando testimonio por la vida. Menciona a la gente de Yemen que sufre el “hambre y la guerra”. Este clamor se une al sufrimiento del pueblo Palestino e israelita y los llama a “buscar un futuro de paz y estabilidad”.
También recuerda el sufrimiento del pueblo de Libia, “Donde en las últimas semanas personas indefensas vuelven a morir y muchas familias se ven obligadas a abandonar sus hogares. Insto a las partes implicadas a que elijan el diálogo en lugar de la opresión”.
Luego, el Papa dirigió su mirada hacia África, a Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria, Camerún y Sudán. Estos países atraviesan momentos de incertidumbre política. “espero que todas las reclamaciones sean escuchadas”. El Papa llamó la atención sobre Sudán del Sur e invitó a “que se abra una nueva página en la historia del país, en la que todos los actores políticos, sociales y religiosos se comprometan activamente por el bien común y la reconciliación de la nación”.
El Papa recordó a los habitantes de Ucrania que siguen sufriendo y alentó “las iniciativas humanitarias y las que buscan conseguir una paz duradera”.
Después dirigió su mirada hacia el continente americano, hacia Venezuela refiriéndose de esta manera: “Que el Señor conceda a quienes tienen responsabilidades políticas, trabajar para poner fin a las injusticias sociales, a los abusos y a la violencia, y para tomar medidas concretas que permitan sanar las divisiones y dar a la población la ayuda que necesita”.
También se fijó en Nicaragua y pidió “encontrar lo antes posible una solución pacífica y negociada en beneficio de todos los nicaragüenses”.
Llamados a los líderes de las naciones
En primer lugar, invitó a los líderes a que Jesucristo “Haga de nosotros constructores de puentes, no de muros. Que Él, que nos da su paz, haga cesar el fragor de las armas, tanto en las zonas de guerra como en nuestras ciudades, e impulse a los líderes de las naciones a que trabajen para poner fin a la carrera de armamentos y a la propagación preocupante de las armas, especialmente en los países más avanzados económicamente”.
En segundo lugar, invita a toda la humanidad a abrir “nuestros corazones a las necesidades de los menesterosos, los indefensos, los pobres, los desempleados, los marginados, los que llaman a nuestra puerta en busca de pan, de un refugio o del reconocimiento de su dignidad”. “Dejémonos renovar por Él. ¡Feliz Pascua!”
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