Papa: eutanasia y suicidio asistido son una derrota para todos
Sergio Centofanti - Ciudad del Vaticano
"La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta a la que estamos llamados es no abandonar nunca a los que sufren, no rendirse nunca, sino cuidar y amar para dar esperanza": esto es lo que el Papa Francisco escribe en su tweet publicado en su cuenta de Twitter @Pontifex, con el pensamiento y la oración dirigida a Noa Pothoven, la joven holandesa de diecisiete años que optó por morir el domingo pasado, asistida por médicos especializados en suicidio asistido.
No a la cultura del descarte
El Papa Francisco, siguiendo los pasos de sus predecesores, ha pedido a menudo y con fuerza que se respete la vida desde la concepción hasta la muerte natural. En particular, con respecto a la eutanasia y el suicidio asistido, asegura que "son serias amenazas para las familias de todo el mundo. Mientras que "su práctica es legal en muchos Estados" -afirma- la Iglesia "se opone firmemente a estas prácticas" y "siente el deber de ayudar a las familias que cuidan" a sus seres queridos, tanto a los enfermos como a los ancianos (Amoris laetitia, 48). La cultura de la muerte y la cultura del descarte no son un signo de civilización -subraya- sino un signo de abandono que también puede ser disfrazado de "falsa compasión". En cambio, es necesario asumir la tarea de trabajar junto a los que sufren y de acompañarles.
Redescubrir el verdadero sentido de la vida
"El dolor, el sufrimiento, el sentido de la vida y de la muerte -dice el Papa Francisco- son realidades que la mentalidad contemporánea lucha por afrontar con una mirada llena de esperanza. Sin embargo, sin una esperanza confiable que le ayude a enfrentar el dolor y la muerte, el hombre no puede vivir bien y mantener una perspectiva segura de su futuro. Este es uno de los servicios que la Iglesia está llamada a prestar al hombre contemporáne porque el amor, que se acerca de manera concreta y que encuentra en Jesús resucitado la plenitud del sentido de la vida, abre nuevas perspectivas y nuevos horizontes incluso a quienes piensan que ya no pueden hacerlo.
En este contexto, compartimos las declaraciones Mons. Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida.
- Mons. Paglia, la dramática historia de esta joven muestra tanta desesperación pero también tanto abandono...
Ante todo, quiero confiar a las manos de Dios, que no abandona a nadie, a esta chica, y también a toda su familia. Hemos llegado a la dramática conclusión de una vida igualmente dramática: abuso, luego anorexia y finalmente depresión... todo esto plantea una gran cuestión: no es posible que una sociedad no sea capaz de responder a estas sucesivas peticiones de amor que también se expresan en las diversas situaciones tan difíciles como las que ella ha vivido.
Es una gran derrota para nuestra sociedad, y para la sociedad europea en particular, pensando que sobre todo los países del Norte también representan una sociedad desarrollada, rica, pero que, como ocurre a menudo hoy, por desgracia, se caracteriza por una soledad imperante. Somos quizás más ricos, pero ciertamente estamos más solos y más frágiles. La generación adulta de Europa no está dando grandes esperanzas a los más jóvenes. El Papa Francisco, con el Sínodo sobre los jóvenes, ha querido suscitar en todos un escalofrío de responsabilidad hacia ellos, sabiendo que necesitan un fuego interior que los adultos debemos tener la responsabilidad de transmitir, sin apagarlo. Espero que este no sea un grito inaudito.
- ¿Es posible que nadie haya podido ayudar a esta chica? Noa lo denunció, dijo que en Holanda no existen estructuras especializadas para apoyar a los adolescentes que sufren como ella. Ciertamente es más fácil eliminar a una persona que acompañarla en su sufrimiento...
No conozco la situación en los Países Bajos, pero la cuestión del aumento del suicidio entre los jóvenes, incluso entre los adolescentes, debe preocuparnos mucho. Lo sorprendente es que la segunda causa de muerte de los jóvenes en Europa sea el suicidio. Europa ya es vieja, tiene pocos hijos y ni siquiera puede mantener a los pocos que tiene. Junto con la esterilidad, hay una ausencia de un futuro que debe ser revisado: es necesaria una verdadera revolución de fraternidad, de amor, de futuro, de cambio de perspectiva con vistas a un bien común para todos; de lo contrario, los niños, los adolescentes más frágiles, como sucedió con esta joven, serán las primeras víctimas. Debemos hacer un serio examen de conciencia -todos nosotros- por lo que ha ocurrido.
- Esta es una historia que nos cuestiona a todos: ¿cómo es posible tolerar que se deje morir a una joven? Cada vez más en la actualidad, en nuestra sociedad, vemos la falta de sentido de la vida, que es también la incapacidad de encontrar un sentido a su sufrimiento, un signo de profunda soledad y de falta de amor...
Esta es una fotografía de la gran pobreza espiritual, cultural y humana de la sociedad que estamos construyendo. Retroceder en sí mismo conduce a esa soledad radical, que luego encuentra en la depresión su propia forma clínica que sin duda requiere, además de todos los aspectos de la atención médica, además de toda la legislación y las opciones económicas adecuadas, también requiere una inyección de humanidad que es esencial en un mundo en el que, lamentablemente, los ideales materialistas y el bienestar absoluto impiden que la conciencia del límite que es parte de nuestras vidas. La vida debe ser acogida, defendida, custodiada y acompañada. Nunca se nos pide que hagamos el trabajo sucio de la muerte: los que aman, ayudan a vivir. Y si este amor es fuerte, nunca ayuda a acortar la vida; si acaso, a acompañarla para que sea un paso lo más humano posible. Pero el amor es más fuerte que el sufrimiento y hasta que la muerte.
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