Última jornada del Papa en Rumania
Barbara Castelli – Ciudad del Vaticano
La divina liturgia con la beatificación de siete obispos mártires greco-católicos y el encuentro con la comunidad romaní de Blaj. Son los eventos de este último día del Papa Francisco en Rumania, nación a la que llegó el pasado 31 de mayo para dar cumplimiento así al trigésimo viaje apostólico de su pontificado, en esta ocasión sobre el tema: “Caminemos juntos”. A veinte años de la visita de San Juan Pablo II, el Pontífice logró abrazar a gran parte de sus ciudadanos, para llegar hoy a Blaj, pasando por Sibiu.
La memoria de los mártires
En el Campo de la Libertad, situado en la parte oriental de Blaj, a las 11 de la mañana hora local, el inicio de la divina liturgia con la beatificación de siete obispos mártires greco-católicos. Se trata de: Mons. Iuliu Hossu, Mons. Vasile Aftenie, Mons. Ioan Bălan, Mons. Valeriu Traian Frențiu, Mons. Ioan Suciu, Mons. Tit Liviu Chinezu, Mons. Alexandru Rusu. En este lugar, el 15 de mayo de 1848, más de cuarenta mil personas se reunían para afirmar su conciencia nacional y pedir el reconocimiento del pueblo rumano como nación, la libertad y la igualdad de derechos civiles. También es el memorial del testimonio de los mártires católicos durante la dictadura comunista.
La cita con la comunidad romaní
Por la tarde, la comunidad romaní de Blaj será la protagonista. El Papa Bergoglio visitará el distrito de Barbu Lăutaru, el barrio más antiguo de la ciudad de Transilvania. El 1° de octubre de 2017, el Cardenal Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, bendijo la primera piedra de una iglesia y un centro pastoral. El nuevo edificio de culto fue consagrado el 19 de mayo de este año y ha sido dedicado a San Andrés Apóstol y al Beato Ioan Suciu. Según el último censo, de 2011, el 9% de la población de Blaj es romaní. La Iglesia greco-católica rumana se ocupa desde hace años del cuidado pastoral y de la asistencia social de la comunidad de la ciudad.
"Pequeña Roma"
Situada en el punto de encuentro de los dos ríos Tarnava, Blaj se convirtió en el centro de los católicos rumanos en Transilvania en 1737, después del traslado del obispado de Făgăraş, hecho por el Obispo Ioan Inochentie Micu Klein. Partiendo del concepto de Iglesia-escuela-nación, el Obispo greco-católico Petru Pavel Aron abrió en 1754 las primeras escuelas rumanas sistemáticas en Transilvania, que dieron lugar a la llamada "Escuela Transilvana", una expresión de la Ilustración rumana. En 1795 se realizó la primera traducción católica al rumano de la Sagrada Escritura, conocida como "La Biblia de Blaj", reimpresa en el año 2000 por la Tipografía Vaticana. El poeta rumano Eminescu la ha apodado "Pequeña Roma" por su historia.
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