El Papa en Albano: “Dejémonos ‘misericordiar’ por Dios”
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“Pidamos la gracia de salir al encuentro de cada uno como un hermano y no ver en nadie un enemigo. Y si nos han hecho daño, devolvamos el bien. Los discípulos de Jesús no son esclavos de los males del pasado, sino que, perdonados por Dios, hacen como Zaqueo: sólo piensan en el bien que pueden hacer”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía en la Santa Misa celebrada en la Plaza Pía (dedicada a San Pío IX), en el marco de su Visita Pastoral a la ciudad y diócesis italiana de Albano, en la Provincia del Lacio, este 21 de septiembre de 2019.
El Señor se recuerda de nosotros
En su homilía, el Santo Padre comentando el episodio de la conversión de Zaqueo presentado en el Evangelio de San Juan dijo que, a los ojos de sus conciudadanos era insalvable, pero no a los ojos de Jesús, que lo llama por su nombre, Zaqueo que significa “Dios se recuerda”, en la ciudad olvidada, precisó el Pontífice, Dios se recuerda del más grande pecador. “El Señor, sobre todo, se recuerda de nosotros. No nos olvida, no nos pierde de vista a pesar de los obstáculos que pueden alejarnos de Él”. El Papa señaló que, los límites, pecados, vergüenza, parloteo y prejuicios, ninguno de estos obstáculos hacen que Jesús se olvide de lo esencial, el hombre a quien amar y salvar.
Dios te llama y te ama personalmente
El Papa Francisco también recordó que en el aniversario de la Catedral Episcopal de Albano este Evangelio nos dice que, “toda iglesia, que la Iglesia con mayúscula, existe para mantener vivo en el corazón de los hombres el recuerdo de que Dios los ama. Existe para decir a cada uno, incluso a los más lejanos: eres amado y llamado por tu nombre por Jesús; Dios no te olvida, tú estás en su corazón”. Por ello, queridos hermanos y hermanas, como Jesús, agregó el Pontífice, no tengan miedo de cruzar su ciudad, de ir a los más olvidados, a los que están escondidos detrás de las ramas de la vergüenza, del miedo, de la soledad, para decirles: Dios se acuerda de ti.
El amor de Jesús nos anticipa
Asimismo, el Santo Padre en su homilía destacó una segunda acción de Jesús, es decir, que Jesús anticipa. Esto lo vemos en el juego de miradas con Zaqueo, él trataba de verlo pero el Señor lo anticipa, quiere descubrir quién es Jesús y lo descubre no cuando mira a Jesús, sino cuando es mirado por Jesús. “Cuando descubrimos que su amor nos anticipa, que nos llega antes que nada, la vida cambia”. Querido hermano y hermana, alentó el Pontífice, si como Zaqueo buscas un sentido a la vida, pero no lo encuentras, te echas a perder con "sustitutos del amor", como la riqueza, la profesión, el placer, la dependencia, déjate mirar por Jesús. Sólo con Jesús descubrirás que siempre has sido amado y harás el descubrimiento de la vida. Te sentirás tocado en tu interior por la ternura invencible de Dios, que conmueve y mueve el corazón.
Dejémonos “misericordiar” por Dios
Como Iglesia, dijo el Papa Francisco, debemos preguntarnos siempre si Jesús es primero o no. “Si todo lo que hacemos no parte de la mirada de misericordia de Jesús, corremos el riesgo de mundanizar la fe, complicarla y llenarla de muchos contornos: argumentos culturales, visiones eficaces, opciones políticas, opciones de partido.... Pero se olvida lo esencial, la sencillez de la fe, lo primero: el encuentro vivo con la misericordia de Dios. Si este no es el centro, si no es el principio y el fin de todas nuestras actividades, corremos el riesgo de mantener a Dios "fuera del hogar", fuera de la Iglesia, que es su hogar. Por ello, agregó el Papa, la invitación de hoy es “dejarnos misericordiar por Dios”, Él viene con su misericordia.
Ser como niños para alcanzar a Dios
En este sentido, el Santo Padre dijo que para custodiar la primacía de Dios, es decir, la misericordia, no hay que ser cristianos complicados, que elaboran mil teorías y se dispersan para buscar respuestas en la red, sino debemos ser como niños. Ellos necesitan padres y amigos: y nosotros también necesitamos a Dios y de los demás. No es suficiente nosotros mismos, necesitamos desenmascarar nuestra autosuficiencia, superar nuestros cierres, volver pequeños por dentro, sencillos y entusiastas, llenos de impulso hacia Dios y amor a los demás.
La Iglesia una casa abierta
Asimismo, el Papa Francisco comento una última acción de Jesús, el de hacer sentir a todos en casa. Zaqueo, que se sentía ajeno a su ciudad, regresó a casa como un ser querido. “El Señor desea que su Iglesia sea una casa entre las casas, una tienda acogedora donde cada hombre, como caminante de la vida, se encuentre con quien ha venido a habitar entre nosotros. Hermanos y hermanas – alentó el Pontífice – que la Iglesia sea el lugar donde nunca miremos a los demás desde arriba, sino, como Jesús con Zaqueo, desde abajo hacia arriba”.
El gozo de la salvación de quien estaba perdido
Finalmente, el Santo Padre dijo a los fieles de Albano que, si evitamos de buscar y salvar lo que estaba perdido, si evitamos a quien está perdido no somos de Jesús. Pidamos la gracia de salir al encuentro de cada uno como un hermano y no ver en nadie un enemigo. Y si hemos sido heridos, devolvamos el bien. Los discípulos de Jesús no son esclavos de los males del pasado, sino que, perdonados por Dios, hacen como Zaqueo: sólo piensan en el bien que pueden hacer. Demos gratuitamente, amemos a los pobres y a los que no tienen que devolvernos: seremos ricos en la presencia de Dios”.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí