El Papa: “Para salvar la Casa Común necesitamos una revolución desde abajo”
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“La familia humana en su conjunto está en peligro y ya no es el momento de esperar o posponer. La crisis ecológica, especialmente el cambio climático, no es una exageración o una fantasía de alguien que disfruta de la desestabilización. Los análisis científicos han sido ignorados durante demasiado tiempo, juzgados con cierto desprecio e incluso a veces con ironía”, lo escribe el Pontífice en la Nota Introductoria del libro “El alfabeto verde del Papa Francisco. Salvar la tierra y vivir felices” (L'alfabeto verde di papa Francesco. Salvare la Terra e vivere felici, Edizioni San Paolo 2019, pp. 128), de la vaticanista italiana, Franca Giansoldati, del periódico Il Messaggero.
Todas las decisiones influyen en la creación
En la Nota, el Santo Padre agradece a la periodista por su reciente publicación y recuerda que, “en los últimos años ha hablado muchas veces de la emergencia ambiental y de lo necesario que es para todos, especialmente para los cristianos, cambiar el propio estilo de vida”. Ya que los efectos de tantas elecciones que hacemos, incluso las más pequeñas, acaban influyendo en el equilibrio de la Creación. “Las consecuencias de ciertas decisiones económicas en una determinada región del mundo siempre acaban repercutiendo al otro lado del planeta. Y viceversa. No podemos no verlo. El hecho es que estamos conectados entre nosotros, somos parte de una realidad más amplia, donde lo particular se combina con lo universal, y la naturaleza misma fue concebida y entregada por Dios al hombre como algo que debe ser protegido en un sistema interconectado”.
Tenemos enormes responsabilidades
En este sentido, el Papa Francisco recuerda que, en todo el planeta los fenómenos climáticos extremos y devastadores son cada vez más frecuentes. Es difícil no darse cuenta del aumento de la temperatura del mar, el derretimiento del hielo, la acumulación de vapor de agua en la atmósfera, los huracanes o las inundaciones causan a su vez otras tragedias colaterales, obligando a poblaciones enteras – millones y millones de personas – a buscar una forma alternativa de escapar para vivir. Ante esta dramática situación el Pontífice se plantea una serie de cuestiones: ¿Cómo se puede negar que un elemento no está conectado con el otro? ¿Es correcto que ellos – las nuevas generaciones – tengan que pagar el costo de la irresponsabilidad de la generación que les precedió? ¿Es correcto que asuman el costo de los daños causados por un sistema en el que la transición energética y la protección de la Casa Común no parecen ser una prioridad, y que cedan el paso a los intereses de una práctica económica y financiera bastante lenta y hostil a la idea de reformarse a sí misma? ¿No sería entonces útil – por parte de todos – un compromiso constante de trabajar con un nuevo espíritu, a fin de promover medidas concretas para restaurar el planeta?
Laudato Si’, orienta nuestras decisiones
Finalmente, el Santo Padre escribe que, todavía tenemos tiempo de revertir la carrera hacia el abismo. “En la Encíclica Laudato Si’ hemos ilustrado las coordenadas para caminar todos juntos, de la mano, en dirección a la salvación. Pero necesitamos una revolución desde abajo hacia arriba, empezando por las elecciones diarias, desde el momento en que se va de compras hasta el momento en que se invierten los ahorros, por ejemplo, orientándolos hacia bancos éticos, respetuosos de la balanza de la solidaridad. Es hora de que los cristianos empiecen a trabajar en red, a pensar colectivamente, sabiendo que cualquier elección, incluso la más pequeña, hace la diferencia y que juntos, unidos, podemos cambiar las cosas y revertir el curso que conduce a la destrucción de la Casa Común”.
El Evangelio en la mano y en el corazón
Antes de concluir, el Papa Francisco agradece a la vaticanista “por haber sintetizado con este pequeño decálogo los puntos esenciales de la Laudato Si', un decálogo que debe ser adoptado para un camino colectivo, consciente e iluminado. Por un mundo mejor. Con el Evangelio en la mano y en el corazón”.
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