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Madagascar: expectativa ante la llegada del Papa en la capital malgache

En los estratos de pobreza generalizada y resistente, el Papa Francisco encuentra a un pueblo inmerso en dificultades y sonrisas, en hambre y la mansedumbre, en riesgo de desviarse, pero capaz de celebrar y acoger. Manos extendidas para pedir comida, manos extendidas para ofrecer alegría y liberación

Antonella Palermo – Antananarivo

A lo largo de la estrecha carretera de una docena de kilómetros desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad, se ve en continuación a tantos niños, mujeres con bebés en sus brazos, vendedores ambulantes de carne de cebú y harinas, una larga fila de furgonetas y coches viejos que atascan el tráfico en una de las pocas vías de comunicación de esta zona.

Sembrador de paz y esperanza

Las banderas de la Ciudad del Vaticano flanquean junto a las de este país en algunos de los principales cruces en que se ve en los carteles la figura del Papa y el lema de la visita: "Sembrador de paz y esperanza" que destacan asimismo cerca de los lugares que se verán más interesados por el paso del Pontífice. En las zonas pantanosas detrás de las pistas de vuelo, algunos hombres excavan para extraer plantas para alimentar a los animales. Más allá están los campos de arroz, con las mujeres curvadas en el agua fangosa que parecen arrancar los días de la tierra. En los bordes, los trozos de ladrillos de arcilla crean ramificaciones y geometrías inestables. Son los propios niños, en gran medida, quienes los construyen. Los venden – nos dicen – y, junto con algunos adultos, custodian las interminables filas de comida expuestas al polvo y al sol de la altiplanicie, a los juegos y a la ropa de tercera y cuarta mano.

La apuesta por los jóvenes, el alma de este pueblo

"Aquí, a los cuarenta años eres viejo", nos dicen en algunas parroquias, mientras ultiman los preparativos para recibir al Papa. La mala salud socava las energías y rara vez hace que los hombres y las mujeres tengan una visión de futuro y sean emprendedores. Precisamente en la brecha entre el desencanto y la apuesta, la visita del Santo Padre es percibida como una fuente providencial, una oportunidad para un potencial renacimiento. A la fe en Jesucristo se la siente como un recurso importante y los que trabajan aquí en la formación de los nuevos sacerdotes esperan que "la presencia del Papa la arraigue profundamente". Aunque, de hecho, hay muchos jóvenes que asisten a las actividades parroquiales, no pocos se sienten atraídos por otras cosas en los últimos años. Por lo tanto, consolidar la fe católica en un contexto en el que la difusión de las prácticas sectarias es muy consistente y coexiste con las demás formas arraigadas de cultos tradicionales, es uno de los principales retos que son el telón de fondo de la llegada del Papa a esta gran isla.

La Iglesia, catalizador contra corrupción y delincuencia

El guía que nos acompaña en el centro de la capital nos advierte que tengamos cuidado, incluso durante el día, y también en los centros habitados: el riesgo de la delincuencia, de la violencia contra los turistas y los operadores extranjeros parece ser un lugar común. "Esperamos que la visita del Papa traiga un soplo de aire fresco con repercusiones de buena convivencia civil en nombre de la promoción y el bienestar humano": esto es lo que esperan los agentes pastorales, pero también los que se dedican a actividades comerciales y que desean mejorar el espíritu de iniciativa económica y social del pueblo malgache desde dentro.

La Iglesia está en primera línea en este frente, hasta el punto de considerar la cita central de la vigilia con el Papa, el sábado 7 de septiembre, un acontecimiento equivalente a una Jornada Mundial de la Juventud: se estima la llegada de unas ochocientas mil personas de toda la isla.

La Madagascar que espera al Papa

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06 septiembre 2019, 15:33