El Papa a SOMOS. Una organización que contrasta la cultura del descarte
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
El Papa recibió a los participantes en el simposio que lleva por tema: «La familia inmigrante y sus exigencias sanitarias», organizado por SOMOS Community Care.
Desde hace varios años, en la ciudad de Nueva York esta organización se dedica a la asistencia y a la atención sanitaria de aquellos que viven al margen de la sociedad, en situaciones de pobreza y carestía. De ese modo, les dijo Francisco, difunden la cultura del encuentro, «donde nadie es descartado ni adjetivado; sino donde todos son buscados, porque son necesarios, para reflejar el Rostro del Señor».
Una asociación que contrasta la cultura del descarte
Su compromiso cotidiano, les dijo, se dirige a contrastar esa cultura del descarte que domina en muchos escenarios sociales. Al hacer eso, son protagonistas de un cuidado global de la persona que pone a disposición con generosidad y altruismo, un servicio integral de médicos y agentes socio-sanitarios, quienes garantizan prestaciones de medicina preventiva, de terapias y rehabilitación. Esta solidaridad con los enfermos es un verdadero tesoro, añadió, y es un signo distintivo del cuidado y la asistencia sanitaria auténtica, que ponen en el centro a la persona y sus necesidades.
“Su organización se distingue por la relación de empatía y de confianza que consigue instaurar con los enfermos y sus familias, compartiendo su vida y acercándose a su cultura y lengua, con el fin de favorecer la relación humana”.
La asistencia sanitaria. Un derecho de algunos pocos
Además, el Papa alabó el compromiso personal que tienen los miembros de SOMOS, con aquellos a los que asisten. Ante una sociedad que tiende a un marcado individualismo, es necesario alentar la actitud de esta asociación, dijo.
“La sociedad actual... tiende a desarrollar dentro de sí «un marcado individualismo que, combinado con la mentalidad utilitarista […] produce la “globalización de la indiferencia”. […] por esta senda, cada sujeto que no responde a los cánones del bienestar físico, mental y social, corre el riesgo de ser marginado y excluido»”.
Hoy, señaló el Papa, la asistencia sanitaria está reconocida como un derecho humano universal y como una dimensión esencial del desarrollo humano integral. “Aun así, en el mundo sigue siendo todavía un derecho garantizado a pocos y vedado a muchos. Y se debe indicar que, con frecuencia, allí donde está garantizada la asistencia al enfermo, la misma está dominada por el tecnicismo, que termina por prevalecer sobre la persona, desnaturalizando el sentido último del cuidado [mismo]”.
Aun cuando no todas las intervenciones médicas producen la curación física, la asistencia sanitaria prestada con un corazón humano tendrá siempre la capacidad de beneficiar la vida, en el espíritu y en el cuerpo. Por eso, el compromiso de cada operador sanitario junto al enfermo encuentra su expresión más madura y también más eficaz cuanto está animado por el amor. Y, a partir de gestos cotidianos, este estilo hace que la cultura del cuidado florezca como elemento esencial del bien común.
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