Encuentro del Santo Padre con el Emperador de Japón Naruhito
Ciudad del Vaticano
El lunes 25 de noviembre, tras haberse reunido con las víctimas del "triple desastre" en Japón; el Santo Padre Francisco mantuvo un encuentro privado con el emperador de Japón, Naruhito, en el Palacio Imperial de Tokyo, en el marco de su viaje apostólico.
El Pontífice llegó al Palacio Imperial a las 11:00, hora local, y fue recibido por el propio emperador a la entrada del Palacio. Después de tomarse las respectivas fotos oficiales de la reunión, ambos mantuvieron una conversación privada de aproximadamente media hora.
Tras este encuentro, el Papa entregó a modo de obsequio al emperador de Japón un cuadro en mosaico artístico obra del pintor romano Filippo Anivitti (1876-1955). El mosaico muestra el arco de Tito que se encuentra en los Foros Imperiales de la ciudad de Roma.
Hubo gran énfasis por parte de los medios de comunicación locales por el gesto de Naruhito: el Papa fue recibido por el Emperador en la entrada del Palacio y, después de atravesar juntos el atrio, llegaron a la Sala de Audiencias. Al final de la reunión privada, el emperador Naruhito acompañó al Papa Francisco al ingreso principal para su despedida.
Según la agencia Jiji Press, que recoge fuentes de la Casa Imperial, en el ingreso principal el emperador Naruhito saludó al Papa en español, expresandole su alegría por haberlo encontrarlo, agradeciéndole su visita a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki y su encuentro con las víctimas del terremoto y del tsunami de marzo de 2011. Según la misma fuente, Francisco recordó el llanto de sus padres ante la noticia de los bombardeos atómicos, en agosto de 1945, cuando sólo tenía nueve años.
El emperador Naruhito
Su Majestad Imperial Naruhito, actual emperador de Japón, es el hijo mayor del ex emperador Akihito y de la ex emperatriz Michiko, nació en el Palacio Togu de Tokio en 1960.
El 1 de mayo de 2019 asciende al trono, tras la abdicación de su padre, el ex emperador Akihito, después de más de 30 años de reinado. Se trata, por tanto, de un momento histórico en la historia del país y de la casa real japonesa, la monarquía hereditaria más antigua del mundo. Según la constitución japonesa, el emperador es el "símbolo del Estado y de la unidad de su pueblo".
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