Papa Francisco, 50 años de sacerdocio: al servicio de Dios y de su pueblo
Sergio Centofanti - Ciudad del Vaticano
Han pasado 50 años. Era el 13 de diciembre de 1969: Jorge Mario Bergoglio, sólo cuatro días antes de cumplir 33 años, fue ordenado sacerdote. Su vocación se remonta al 21 de septiembre de 1953, en la memoria de San Mateo, el publicano convertido por Jesús: durante una confesión tuvo una profunda experiencia de la misericordia de Dios. Fue una alegría inmensa que lo lleva a tomar una decisión "para siempre": ser sacerdote.
Es tiempo de misericordia
Es precisamente la Divina Misericordia la que caracteriza toda su vida sacerdotal. Los sacerdotes -afirma- sin hacer ruido dejan todo para dedicarse a la vida cotidiana de las comunidades, dando a los demás su propia vida, "se conmueven ante las ovejas, como Jesús, cuando veía a las personas cansadas y agotadas como ovejas sin pastor". Así, a imagen del buen Pastor, el sacerdote es hombre de misericordia y de compasión, cercano a su gente y servidor de todos. Éste es un criterio pastoral que quisiera subrayar bien: la cercanía. La proximidad y el servicio, pero la proximidad, la cercanía... Quien sea que se encuentre herido en su vida, de cualquier modo, puede encontrar en él atención y escucha... ¡Se necesita curar las heridas, muchas heridas! Este -recuerda - es el tiempo de la misericordia (Discurso a los párrocos de Roma, 6 de marzo de 2014).
Hombre de la Eucaristía: en el centro está Jesús
El sacerdote – dice Francisco – es un hombre descentrado de sí mismo, porque al centro de su vida no está él sino Cristo. Por esto agradece a los sacerdotes por la celebración cotidiana de la Eucaristía: “En la celebración eucarística encontramos cada día nuestra identidad de pastores. Cada vez podemos hacer verdaderamente nuestras las palabras de Jesús: «Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros». Este es el sentido de nuestra vida, son las palabras con las que, en cierto modo, podemos renovar cotidianamente las promesas de nuestra ordenación”. (Homilía para el Jubileo de los sacerdotes, 3 junio 2016)
La vida sacerdotal en el confesionario
Al servicio de Dios y de su pueblo, el sacerdote desarrolla una parte importante de su misión en el confesionario, donde puede dispensar el exceso de la misericordia de Dios. Exhorta a los sacerdotes a no ser rigoristas ni laxista. “Que haya diferencias de estilo entre los confesores es normal, pero estas diferencias no pueden referirse a la esencia, es decir, a la sana doctrina moral y a la misericordia”. Ni el laxista ni el rigorista se hacen cargo de la persona que encuentran. “El rigorista se lava las manos: en efecto, la clava a la ley entendida de modo frío y rígido”. También el laxista, “se lava las manos: sólo aparentemente es misericordioso, pero en realidad no toma en serio el problema de esa conciencia, minimizando el pecado. La misericordia auténtica se hace cargo de la persona, la escucha atentamente, se acerca con respeto y con verdad a su situación, y la acompaña en el camino de la reconciliación”. (Discurso a los párrocos de Roma, 6 de marzo de 2014)
La oración, María y la lucha contra el diablo
El sacerdote – subraya el Papa – es en primer lugar hombre de oración. Es de la intimidad con Jesús que brota la caridad. Es la unión con Dios que hace vencer las innumerables tentaciones del mal. El diablo existe, no es un mito – recuerda a menudo – es astuto, mentiroso, engañador. Francisco invita a mirar a María, a rezar el Rosario cada día, sobre todo en este periodo, para proteger a la Iglesia de los ataques del diablo que quiere traer división. “Mirar a María es volver a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño”. (Carta a los sacerdotes en el 160° aniversario de la muerte del Cura de Ars)
Los pobres y el juicio final
La espiritualidad del sacerdote se encarna en la realidad de la vida cotidiana - observa Francisco - y se convierte en una voz profética frente a la opresión que pisotea a los pobres y a los débiles: la Iglesia «no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia»., relegando la religión, como algunos quisieran, “a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional” (Evangelii gaudium, 183) porque el Reino de Dios inicia aquí en la tierra y es aquí que encontramos a Jesús: el juicio final se centrará precisamente en lo que hemos hecho a Cristo en los pobres, en los enfermos, en los extranjeros, en los encarcelados (Mt 25). Seremos juzgados por el amor: pero no puede haber amor sin justicia, como decía San Juan Pablo II.
Sacerdotes que dan la vida y el escándalo de los abusos
El Papa no calla sobre la "monstruosidad" de los abusos cometidos por los sacerdotes, repite siempre su cercanía a las víctimas, pero también piensa en los muchos buenos sacerdotes que soportan la carga de los crímenes que no han cometido: “sería injusto no reconocer a tantos sacerdotes que, de manera constante y honesta, entregan todo lo que son y tienen por el bien de los demás”. Esos sacerdotes que “hacen de su vida una obra de misericordia en regiones o situaciones tantas veces inhóspitas, alejadas o abandonadas incluso a riesgo de la propia vida”. El Papa les agradece por el “valiente y constante ejemplo” e invita a nos desalentarse porque “el Señor está purificando a su Esposa y nos está convirtiendo a todos a Sí”.(Carta a los sacerdotes en el 160 aniversario de la muerte del Cura de Ars).
El cansancio bueno de los sacerdotes
“Sabéis cuántas veces pienso en esto: en el cansancio de todos vosotros? Pienso mucho y ruego a menudo, especialmente cuando el cansado soy yo. Rezo por los que trabajáis en medio del pueblo fiel de Dios que os fue confiado, y muchos en lugares muy abandonados y peligrosos. Y nuestro cansancio, queridos sacerdotes, es como el incienso que sube silenciosamente al cielo. Nuestro cansancio va directo al corazón del Padre”. Es un cansancio bueno aquel que viene del estar en medio de la gente: “Es el cansancio del sacerdote con olor a oveja”, con la conciencia de que “solo el amor descansa” (Homilía en la Misa Crismal, 2 de abril 2015)
Homilías breves que hacen arder los corazones
La importancia de la homilía ha sido subrayada muchas veces por Francisco, que exhorta encarecidamente a los sacerdotes a que la preparen bien. Invita a dar breves homilías que no sean ni un espectáculo ni una lección de adoctrinamiento: debemos ser capaces de decir "palabras que hagan arder los corazones" con un lenguaje positivo: no diciendo tanto lo que no debemos hacer sino proponiendo lo que podemos hacer mejor: "Una predicación positiva siempre da esperanza, orienta hacia el futuro, no nos deja encerrados en la negatividad". (Evangeli gaudium, 159).
El humorismo de los sacerdotes
"El santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor", recuerda el Papa a los sacerdotes. Es una alegría que viene de la unión con Jesús y de la fraternidad. "El sentido del humor es una gracia que pido todos los días" - dijo en noviembre de 2016 en una entrevista concedida a TV2000 - porque "el sentido del humor te alivia, te hace ver lo temporal de la vida y tomar las cosas con un espíritu de alma redimida. Es una actitud humana, pero es la más cercana a la gracia de Dios”.
La llamada del Papa a los fieles: apoyar a los sacerdotes
El Papa Francisco pide a los sacerdotes que estén siempre cerca de la gente, pero al mismo tiempo pide a los fieles que apoyen a los sacerdotes: " Queridos fieles, acompañen a sus sacerdotes con el afecto y la oración, para que sean siempre Pastores según el corazón de Dios." (Homilía para la Misa Crismal, 28 de marzo de 2013).
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