No hay diálogo sin identidad
Sergio Centofanti - Ciudad del Vaticano
Francisco invita a toda la Iglesia a rezar por la paz: es la intención del mes de enero relanzada por la Red Mundial de Oración del Papa. En su video mensaje el Papa vuelve a hablar de la fraternidad universal, exhorta a abatir las barreras entre las religiones y las ideologías: todos somos hermanos y hermanas y juntos, creyentes y no creyentes, podemos construir la paz y la justicia en el mundo. Para Dios todos somos sus hijos: como Padre, nos quiere unidos, no divididos.
El diálogo y la cultura del encuentro que propone Francisco no consiste en aplanar o cancelar las diferencias: sólo se puede dialogar a partir de la identidad. El Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo muestra claramente la identidad cristiana integral: a veces las ideologías de la izquierda y la derecha tratan de arrastrar a la Iglesia a su lado acentuando algunos valores en lugar de otros. Pero la fe no se deja enjaular por opiniones políticas, partidistas o filosóficas. Así, Francisco repite claramente que la vida debe ser protegida "desde que surge hasta que termina: lo requieren simultáneamente tanto la razón como la fe en Dios". Invita entonces al personal sanitario a defender siempre la dignidad y la vida de la personas, "sin ceder a actos de eutanasia, suicidio asistido o supresión de la vida, ni siquiera cuando el estado de enfermedad es irreversible". El Papa recuerda que en algunos casos es necesario recurrir también a la objeción de conciencia. Al mismo tiempo, cuando se habla de respeto a la vida, no se puede pensar sólo en el aborto y la eutanasia. El respeto concierne a todos y en particular a los pobres: el Papa pide justicia social, pide el acceso a la sanidad para todos, sin olvidar a los que viven en la pobreza. El respeto a la vida es también luchar por la justicia.
Hoy la Iglesia celebra el Santísimo Nombre de Jesús. De Cristo nace nuestra identidad: el cristiano es de hecho un "alter Christus". En el tweet de hoy el Papa nos recuerda con la misma claridad: "La salvación está en el nombre de Jesús". Debemos dar testimonio de esto: Él es el único Salvador". Pero esta identidad no es cerrazón, no es para excluir o separar. La Declaración Dominus Iesus, firmada por el cardenal Joseph Ratzinger y aprobada en 2000 por Juan Pablo II, lo precisa bien: la Iglesia es necesaria para la salvación, pero hay que considerar que Dios quiere salvar a todos. Es la llamada voluntad salvífica universal. Por esta razón, para aquellos que no son visiblemente miembros de la Iglesia, "la salvación de Cristo es accesible en virtud de una gracia que, si bien tiene una relación misteriosa con la Iglesia, no los introduce formalmente en ella, sino que los ilumina de manera apropiada a su situación interior y ambiental. Esta gracia viene de Cristo, es fruto de su sacrificio y es comunicada por el Espíritu Santo". Jesús también está cerca de aquellos que no lo saben. Para nosotros que lo sabemos, es bueno repetir durante el día el Nombre de Jesús, también en nuestros corazones: nos da fuerza, nos hace sentir que Él está a nuestro lado y está con nosotros. En un mundo que nos ofrece tantos "salvadores" - afirma Francisco - esta oración del corazón nos hace experimentar que en realidad sólo en Jesús está la salvación.
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