Ejercicios Espirituales, padre Bovati: escuchar a Dios es una experiencia profética
Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano
“La zarza ardía en fuego” (Éxodo 3,2). El encuentro entre Dios y el hombre, a la luz del Libro del Éxodo, del Evangelio de Mateo y de la oración de los Salmos". Es el tema de los ejercicios espirituales del Papa y la Curia Romana que comenzarán mañana en Ariccia en la Casa del Divino Maestro. El Padre jesuita Pietro Bovati, Secretario de la Pontificia Comisión Bíblica, guiará las meditaciones. En esta entrevista con Vatican News el biblista jesuita explica el itinerario de los ejercicios espirituales:
R. - El tema del retiro concierne la experiencia de Dios, representada por el encuentro de Moisés con la zarza ardiente y la escucha de la Palabra que sale de esta zarza, del fuego. Palabra que ilumina la vida de los hombres y les dicta el camino de la vida. Los ejercicios espirituales son, fundamentalmente, una ayuda para este encuentro personal del alma con Dios. La tarea del guía espiritual es favorecer este encuentro de cada persona con Dios para escuchar, de manera personal, la Palabra del Señor. Sólo Él puede dar a cada persona las indicaciones que son, al mismo tiempo, normativas y consoladoras.
¿Cuál es el itinerario de los ejercicios espirituales?
R. - La forma en que pensé es hacer que todos escuchen la Palabra de Dios, entregada en las Sagradas Escrituras, siguiendo el itinerario de los profetas: escuchar a Dios en la oración, de hecho, es una experiencia profética. Aquella que vive Moisés cuando escucha la voz de Dios. Y lo mismo hizo Jesucristo, que a lo largo de su vida manifiesta que Él habla porque es Dios. Luego, repasamos algunos textos de la Escritura que muestran cómo Moisés y Cristo se disponen a escuchar la Palabra de tal manera que ayudan a sus hermanos y hermanas en una experiencia profética.
¿La profecía y la oración serán el centro de estos ejercicios espirituales?
R. - El tema de la oración y la profecía guiará el itinerario que trataré de ofrecer siguiendo, esencialmente, algunos textos del libro del Éxodo y algunos pasajes del Evangelio de Mateo, también para expresar lo que es un poco un dinamismo cuaresmal: durante la Cuaresma estamos invitados a recorrer, espiritualmente, el camino del pueblo en el desierto que va hacia la montaña de Dios, hacia la experiencia pascual.
Será un camino a la luz de la Palabra de Dios...
R. - Esto es básicamente lo que trataré de hacer, repasando algunos temas como la vocación, la resistencia a la gracia de Dios y luego mostrando algunas tareas que se confían en particular a los que, en la comunidad, tienen roles de responsabilidad. Para concluir con esta consoladora experiencia de la presencia de Dios cerca del hombre, que lo sigue, lo guía y lo transforma en una persona capaz de irradiar la luz de Dios.
La escucha de la palabra de Dios es el paso fundamental para un encuentro personal con Jesús y para una auténtica experiencia profética...
R. - Veo que la oración, muchas veces, es interpretada como una conversación, una expresión del alma a Dios. Esta es una dimensión de la oración, pero su dimensión más profunda y auténtica es la del hombre que habla con el Señor y dice: tu siervo te escucha. Es el momento en que Moisés entra en la tienda y Dios le habla como un hombre con su amigo. Esta familiaridad de escuchar a Dios es una experiencia profética. En este encuentro se conoce la voluntad de Dios, se escucha lo que Él dice que es bueno. Y, por lo tanto, coloca al hombre en esta dimensión de obediencia, de fidelidad, de fe que constituye la auténtica experiencia religiosa. Esto es lo que el hombre debe tratar de vivir en la oración. No simplemente interpretarla como una petición, o como una recitación de palabras que se dirige a Dios. Lo fundamental ntal es escuchar: "Escuchen hoy su voz, no endurezcan sus corazones como lo hicieron en el desierto".
El hombre que vive en la oración escucha la Palabra de Dios. ¿Cómo puede el Señor hablarnos como lo hizo con Moisés?
R. - Pensamos que la experiencia de Moisés es una experiencia totalmente extraordinaria, como la de los profetas, la de Jesucristo y también la de los primeros apóstoles. Pero esto no es cierto. Estas historias pretenden contarnos lo que realmente sucede cuando el hombre se dispone a orar y recibe el Espíritu. Es decir, está dispuesto a ser capaz de recibir esa Palabra íntima que el Señor dirige a cada uno en su corazón. Esta es la experiencia pentecostal de todo creyente. La auténtica experiencia que hace al hombre capaz de entrar en una relación personal con Dios.
¿Cómo se puede facilitar esta relación?
R. - Recibiendo la Palabra profética, es decir, la misma Palabra de Dios que ha sido entregada en las Escrituras y tratando de asimilarla porque Dios nos habla a través de los profetas, nos habla a través de su Palabra. Y es una Palabra llena de Espíritu, sin pasada de moda. Una palabra que nos llega hoy porque cada palabra inspirada es útil para decirnos lo que Dios quiere en nuestras vidas.
La Palabra nos llega en el hoy, a nuestras vidas, pero también ilumina el sentido de la historia, el sentido de los tiempos...
R. - Nos ayuda a entender e interpretar el significado de la historia que no es sólo una visión teórica y general. Nos ayuda a ver la historia como hoy se realiza en el presente. Y nos capacita no sólo vivir adecuadamente lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, sino también a volvernos un instrumento de luz, de guía y de estímulo. A dar testimonio a nuestros hermanos, para que seamos esa lámpara, esa luz y ese fermento que el Señor quiere para su Iglesia. Para los que tienen responsabilidades eclesiales, entonces, esto me parece de extraordinaria importancia.
La presencia del Papa y la Curia también será para usted una fuente especial de inspiración…
R. -También hay casi una sensación de embarazo por estar en esta situación. Pero mi humilde tarea como hermano es transmitir esa experiencia religiosa que he sacado de la escucha de la Palabra de Dios y dar alguna ayuda, alguna pista para la oración para que uno pueda experimentar esta belleza, esta profundidad, esta verdad de la Palabra de Dios. Una palabra que nos llega profunda y personalmente.
Palabras iluminadas y nuevos corazones. Este es el vínculo fundamental...
R. - Es la Palabra de Dios la que, en cierto sentido, tiene esta función de ablandar los corazones, de renovarlos desde dentro, de hacer que el corazón sea cada vez más capaz de esa profundidad espiritual y luego de esa ternura, de esa misericordia, de esa compasión que sabemos que es el corazón mismo de la revelación de Dios para los hombres: ir a su encuentro para ayudarles, hacerlos cada vez más capaces de acoger el misterio de la vida hasta su plenitud escatológica.
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