El Papa y la confesión: misericordia para el corazón herido por el pecado
Benedetta Capelli - Ciudad del Vaticano
Hay gestos que permanecen ahí en la memoria, fijados por la fuerza que evocan, por la irrupción de un bien que brota de ellos. Es el 28 de marzo de 2014, poco más de un año después de su elección para ocupar la Cátedra de Pedro, Francisco se encuentra en la Basílica Vaticana para la liturgia de la penitencia, momento central de la iniciativa "24 horas para el Señor", una jornada entera dedicada al sacramento de la reconciliación. Sorprendentemente, se dirige a un confesionario para pedir el perdón sacramental, la primera vez que esto ocurre en público.
Llama la atención la imagen de su vestidura blanca y la penumbra que le rodea, como para "ver", en el contraste de colores, hasta qué punto el corazón perdonado se hace nuevo en la misericordia de Dios.
Ayer en el Ángelus, Francisco dedicó un pensamiento para los sacerdotes confesores, incansables en su escucha, portadores de esa "revolución de la ternura" que se ha convertido en un punto firme de su Magisterio:
Artesanos de la misericordia
En la homilía de aquella celebración, Francisco ya indicó un camino para los confesores y recordó que quien experimenta la misericordia de Dios no puede dejar de ser tocado por ella:
Si vas a Él con toda tu vida, incluso con tantos pecados, en lugar de reprenderte te hace "una fiesta": este es nuestro Padre. Esto es lo que hay que decir a tanta gente hoy en día. Quien experimenta la misericordia divina es impulsado a convertirse en creador de misericordia entre los más pequeños y los pobres. En estos "hermanitos" nos espera Jesús; ¡recibimos misericordia y damos misericordia!
El corazón de Cristo
No "con el látigo en la mano", explicó ayer el Papa, refiriéndose a los buenos confesores, dotados de "un corazón que sabe conmoverse, no por el sentimentalismo -dijo en otro momento a los participantes en el Curso promovido por la Penitenciaría Apostólica en 2014- ni por la mera emotividad; sino por las entrañas de misericordia del Señor." Fue también en ese año, en el encuentro con los párrocos de Roma, cuando Francisco retomó el tema del "sacerdote muy estrecho, o muy riguroso".
"Primerear"
En 2018, reunido con los Misioneros de la Misericordia -sacerdotes designados por el Papa para perdonar los pecados reservados a la Santa Sede y encargados de proclamar la belleza de la Misericordia-, Francisco retomó el término "primerear" "para expresar precisamente la dinámica del primer acto con el que Dios sale a nuestro encuentro." La reconciliación forma parte de ese llamamiento, no es "una iniciativa privada nuestra o fruto de nuestros esfuerzos". Es la iniciativa del Señor.
Es el primer paso al que debe seguir la dedicación a la oración porque -dijo también el Papa en 2017- allí el confesor implora "el don de un corazón herido, capaz de comprender las heridas de los demás y de curarlas con el óleo de la misericordia", pero también la humildad y el discernimiento que "permite distinguir siempre, para no confundir".
El discernimiento educa los ojos y el corazón, permitiendo esa delicadeza de alma tan necesaria a quienes nos abren el santuario de su propia conciencia para recibir luz, paz y misericordia". En una de sus muchas homilías en Santa Marta, el Papa recordó que en la confesión no hay amenaza porque "hay perdón".
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