Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral: Hermana Smerilli, nueva subsecretaria
Benedetta Capelli - Ciudad del Vaticano
Apreciada economista, Sor Alessandra Smerilli, de 47 años, religiosa de las Hijas de María Auxiliadora, Salesianas de Don Bosco, ha sido llamada para desempeñar una nueva tarea a partir de hoy. De hecho, el Papa Francisco la ha nombrado subsecretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral para el sector de Fe y Desarrollo. En su currículum, destacan un doctorado en Economía Política en la Universidad La Sapienza de Roma y un doctorado en Economía en la Universidad East Anglia de Nowrich (Gran Bretaña).
También es profesora de Economía Política en la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación "Auxilium" de Roma. Su compromiso con la Iglesia la ha llevado a formar parte del Comité Científico y Organizador de las Semanas Sociales de los Católicos; desde 2019 es Consejera de Estado del Vaticano y desde marzo de 2020 coordinadora del Grupo de Trabajo de Economía de la Comisión Vaticana para el Covid-19, creada por el Papa Francisco. Entre sus libros: "Economía de la mujer. De la crisis una nueva temporada de esperanza".
- ¿Cómo ha recibido este nombramiento y con qué espíritu emprende este nuevo servicio?
R. - Sinceramente, me sorprendió un poco este nombramiento porque llegué a trabajar aquí en este Dicasterio como colaboradora de la Comisión para el Covid-19. Pensé que era un trabajo temporal, pero llegó este nombramiento y me sorprendió. Trabajando aquí me he dado cuenta de lo hermosa que es esta misión del Dicasterio y de lo mucho que llega al mundo entero. Me siento agradecida al Santo Padre y al Prefecto de mi Dicasterio, el cardenal Turkson, a todos los que trabajan en él y que muestran su confianza en mí. Espero poder aportar mi granito de arena.
- Usted, como subsecretaria, se ocupará en particular de fe y desarrollo. Como economista, ¿qué contribución puede hacer a este nuevo compromiso?
R. - Creo que el trabajo académico que he realizado hasta ahora puede ayudarme tanto en mi conocimiento del mundo económico como en mi conocimiento de los economistas de todo el mundo. También creo que la misión del Dicasterio, en particular en la sección de Fe y Desarrollo, es acompañar a las Iglesias locales y traducir así, en términos pastorales, los conocimientos y competencias económicas que hay. Espero poder aportar mi contribución en términos de competencia y colaborar con todos para unir el Evangelio y la economía.
- Desde hace un año, usted trabaja en la Comisión Vaticana para el Covid-19. ¿Qué puede hacer la Iglesia para no perder esta oportunidad de "salir mejor de la crisis", como pide el Papa?
R. - De la Comisión Covid, con la que estamos haciendo un trabajo muy intenso -yo trabajo en el Grupo 2 donde se elaboran los análisis y las propuestas- he aprendido algunas cosas y creo que son las que pueden servir para "salir mejor" de esta crisis. La primera es que hay que escuchar mucho las realidades locales y los problemas que provoca esta crisis, especialmente a los más vulnerables, los más pobres y los excluidos. Sin embargo, como Iglesia, no tenemos simplemente la tarea de escuchar y permanecer al lado de los necesitados o ayudar en la emergencia.
Como Iglesia, y esto se reconoce, también tenemos la capacidad de reunir a muchas personas e instituciones diferentes en torno a la mesa y hacerlas dialogar. Esto es lo que hemos aprendido de la Comisión Covid: crear asociaciones, conectar el mundo en algunos temas importantes, por ejemplo, la alimentación, las vacunas para todos, el trabajo, lo que será el trabajo del futuro, las desigualdades que están aumentando, etc. Todo esto en términos económicos porque las consecuencias económicas serán las preponderantes para esta crisis. Como Iglesia también tenemos el deber de elevar el tono del debate, de inspirar visiones, de no centrarnos sólo en lo que hay que hacer, aunque haya que trabajar en lo concreto, sino de tener una perspectiva que es lo que a veces parece faltar hoy. Si contribuimos a ello, ayudaremos a todos a salir mejor de esta crisis, pero para lograrlo debemos ser primero el cambio que queremos ver en el mundo.
- Con su nombramiento ha aumentado el número de mujeres en puestos importantes de la Curia Romana. ¿Qué impulso cree que puede aportar esta presencia femenina a la labor de la Santa Sede?
R. - ¡Creo que no podemos mirar el mundo con un solo ojo porque no es una visión correcta, por lo tanto creo que colaborar significa ante todo tener una mirada más plural de la realidad! Me impresiona el debate que tuvimos en el Sínodo de los jóvenes y lo que leímos en el documento final del Sínodo, en el que participé y que me enriqueció: allí volvemos al texto del Génesis. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, varón y mujer los creó, y esto significa que varón y mujer es la imagen de Dios, de un Dios que es comunión. Esta vocación de alianza y reciprocidad debe llevarse a cabo no sólo en el ámbito de la familia, sino en todas las demás esferas de la vida, incluso en el lugar de trabajo. Creo que incluso en la Curia romana es necesario vivir esta reciprocidad para expresar mejor la riqueza de nuestro Dios que es comunión.
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