El Papa a la Asociación Lázaro: Testigos de la misericordia y la bondad de Dios
Ciudad del Vaticano
“No tengan miedo de llevar la antorcha de la esperanza y el amor. Sean testigos de la ternura de Dios en medio de la cultura del egoísmo, del individualismo, de la indiferencia, del descarte, del desprecio por los pobres y los débiles”, lo dijo el Papa Francisco en su discurso que entregó a los miembros de la Asociación “Lázaro”, a quienes recibió en Audiencia la mañana de este viernes, 21 de mayo, en el Vaticano, con ocasión de su decimo aniversario de fundación.
Vivir la experiencia del servicio y la fraternidad
En su discurso, el Santo Padre agradeció a los miembros de la Asociación "Lázaro" por el trabajo que realizan y señaló que, “siempre es una alegría ver que aún hoy muchas personas, llenas de fe, de buena voluntad y coraje, se comprometen a vivir la experiencia del servicio y de la fraternidad”. Asimismo, el Pontífice resaltó los principios sobre los cuales se edifica esta Asociación, y dijo que “estos principios tienen sentido y plasman a un grupo estable sólo si surgen de una fuerte amistad con Cristo, la fuente de su trabajo para el bien. Saliendo al encuentro de los demás en su situación y formando una familia en la que reine la armonía y la alegría de vivir juntos, ustedes participan en la misión de la Iglesia de ir a las periferias de nuestra sociedad”.
Ponerse al servicio de la dignidad humana
El Papa Francisco también alentó a los miembros de la Asociación Lázaro, especialmente a los jóvenes, por haber elegido ponerse al servicio de la dignidad humana, hacerse cercanos a las personas excluidas, a los sin techo, a los rechazados, a los traicionados a menudo en sus derechos. “Al servir a ellos – precisó el Papa – sirven al Señor mismo. A través de su apostolado, nos ayudan a comprender que cada persona es una historia sagrada, un don inestimable”. En estos tiempos de incertidumbre, de fragilidad, en lugar de malgastar sus vidas pensando sólo en ustedes mismos, ustedes tienen la experiencia de vivir juntos en solidaridad. Esto les permite enriquecer sus vidas convirtiéndose en una fuente de esperanza para aquellos que ya no creen en sí mismos y que se sienten humillados.
Cristianos no sólo de palabra, sino con hechos
Además, el Obispo de Roma señaló que los miembros de esta Asociación hubieran querido ser para las personas a las que sirven, la mano, los ojos, los oídos, la sonrisa de Dios. “A ellos les manifiestan la cercanía del Señor que cuida de su pueblo, especialmente de aquellos que están heridos y encorvados por las cargas de la vida, porque ‘el amor al prójimo es realista y no dispersa nada de lo que es necesario para una transformación de la historia dirigida al beneficio de los últimos’. Con su compromiso y dedicación, traten de ser cristianos no sólo de palabra, sino con hechos. De este modo, darán mucho fruto y eso se nota en la expansión de su Asociación en otros países y continentes”.
Lázaro, la ofrenda de la humanidad
Al participar en esta iniciativa, el Santo Padre les recordó que, “a los ojos de Dios, son un tesoro, un don, una vida, una dignidad. En sus rostros, vemos el rostro sufriente de Cristo que nos invita a un amor urgente y a un corazón abierto”. Por ello, habiendo recibido tanto bien y atención de los demás, se convierten a su vez en hombres y mujeres capaces de levantar, consolar, aliviar las heridas y hacer presente a Dios en el corazón de sus vidas. Los animo a dar lo mejor de ustedes mismos, a vivir cada momento de la existencia como una gracia, a salir del anonimato y hacer de sus vidas una ofrenda para lo bello, para lo bueno. De hecho, "Lázaro significa una ofrenda, la ofrenda de la humanidad, de lo que tiene de mejor: la conciencia de los límites".
Ser testigos de la misericordia y la bondad de Dios
Finalmente, antes de impartirles la bendición Apostólica, el Papa Francisco los animó a seguir siendo fieles a sus objetivos. “Hoy más que nunca necesitamos construir un mundo, una sociedad de relaciones fraternas y llenas de vida”. Porque "las acciones derivan de una unión que se inclina cada vez más hacia el otro considerándolo precioso, digno, agradable y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor a la otra persona por lo que es nos impulsa a buscar lo mejor para su vida. Sólo cultivando esta forma de relacionarnos haremos posible la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos".
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