La historia del hombre y la de Dios que se entrecruzan en la Cruz
Vatican News
En el día que la Iglesia recuerda el significado de la Cruz el Papa Francisco explicó a lo largo de estos años que un cristiano debe imitar a Jesucristo. Porque Él no rechazó la cruz, sino que la aceptó y aceptó la humillación que supuso la crucifixión por amor a los hombres.
En diversas oportunidades el Papa se refirió a la Cruz. Especialmente en sus homilías de las misas matutinas celebradas en la capilla de la Casa de Santa Marta. Así fue el 14 de septiembre de 2013, en que se refirió “al árbol de la Cruz”. Ese mismo día pero del año 2015 se refirió al “camino de la humildad”. En el 2016 ofreció esta misa en sufragio del Padre Jacques Hamel, que había sido degollado mientras celebraba el sacrificio de la Cruz de Cristo. Tomando su ejemplo el Pontífice decía:
Hilo satánico de la persecución
El padre Jacques Hamel fue degollado en la Cruz, justo mientras celebraba el sacrificio de la Cruz de Cristo. Hombre bueno, amable, fraternal, que siempre intentaba hacer la paz, fue asesinado como si fuera un criminal. Este es el hilo satánico de la persecución. Pero hay una cosa, en este hombre, que ha aceptado su martirio allí, con el martirio de Cristo, en el altar, hay una cosa que me hace pensar tanto: en la mitad del momento difícil que vivía, en medio de esta tragedia que él veía venir, un hombre amable, un hombre bueno, un hombre fraternal, no perdió la lucidez de acusar y decir claramente el nombre del asesino, y dijo claramente:
“¡Vete, satanás!”
Tras manifestar su deseo de que “este ejemplo de valor, pero también el martirio de la propia vida, de despojarse de sí mismo para ayudar a los demás, de fraternidad entre los hombres, nos ayude a seguir adelante sin miedo”, Francisco añadía:
Matar en nombre de Dios es satánico
La Cruz nos enseña a no temer las derrotas
En el año 2018, el Santo Padre explicó cómo “fue vencido el diablo”. Y se refirió a la contemplación del fracaso, pero también de la exaltación de Jesús, que "asumió todo el pecado del mundo". Sin embargo, el Santo Padre dijo que “la Cruz nos enseña a no temer las derrotas”.
El árbol de la cruz
Volviendo al sábado 14 de septiembre de 2013, en que Francisco abordó en su homilía “el árbol de la cruz”, recordamos que el Papa Francisco se refirió a la historia del hombre y a la historia de Dios que se entrecruzan en la cruz. Una historia esencialmente de amor. Un misterio inmenso, que por nosotros solos no podemos comprender.
El Papa indicó el modo aquel sábado, 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, durante la misa matutina. Al comentar las lecturas del día, tomadas de la carta a los Filipenses (2, 6-11) y del Evangelio de Juan (3, 13-17), el Pontífice dijo que es posible comprender “un poquito” el misterio de la cruz “de rodillas, en la oración”, pero también con “las lágrimas”. Es más, son precisamente las lágrimas las que “nos acercan a este misterio”. En efecto:
Y, sobre todo, evidenció el Papa, “¡jamás solos!”. Para entrar en este misterio que “no es un laberinto, pero se le parece un poco”, tenemos siempre “necesidad de la Madre, de la mano de la mamá”.
"Que María nos haga sentir cuán grande y cuán humilde es este misterio, cuán dulce como la miel y cuán amargo como el áloe".
Los Padres de la Iglesia
El Santo Padre recordó que los Padres de la Iglesia “comparaban siempre el árbol del Paraíso con el del pecado. El árbol que da el fruto de la ciencia, del bien, del mal, del conocimiento, con el árbol de la cruz”. El primer árbol “había hecho mucho mal”, mientras que el árbol de la cruz “nos lleva a la salvación, a la salud, perdona aquel mal”. Este es “el itinerario de la historia del hombre”.
Y como recordó el Santo Padre, según las palabras del evangelista Juan, Dios “no envió al Hijo al mundo para condenar el mundo, sino para que el mundo sea salvado por medio de Él”. ¿Y cómo nos salvó?:
Esta dijo al concluir, “es la historia del hombre”. En el árbol de la cruz, en cambio, está la historia de Dios, quien “quiso asumir nuestra historia y caminar con nosotros”.
La respuesta del Obispo de Roma fue que está allí, en las palabras de Jesús a Nicodemo: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna”. Y Dios – dijo e Papa – “realiza este itinerario por amor; no hay otra explicación”.
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