El Papa: nos equivocamos, pero no debemos permanecer equivocados
Benedetta Capelli - Ciudad del Vaticano
Un Papa que escucha, acompaña con una sonrisa y con las palabras, anima a creer en la misericordia de Dios, en la ayuda de los demás, a no condenarse por los errores cometidos. Esta es la experiencia vivida ayer en la Casa Santa Marta por un grupo de detenidos y ex detenidos que cumplen o han cumplido sus condenas en las instalaciones de la Comunidad Don Benzi en Vasto, en la provincia de Chieti, y en Termoli, cerca de Campobasso.
Francisco elige escuchar sus voces y les agradece los testimonios ofrecidos, que a menudo duros y agotadores. Recuerda, en un vídeo dirigido a los reclusos que no están presentes, que es importante caminar solo o bien pidiendo la mano de alguien, llamar a la puerta aunque se esté perdido y no se sepa a dónde ir. "Es el Señor quien te da la oportunidad", afirma, "y te hace dar un paso".
El camino a seguir
"Lo importante en la vida es caminar", subraya el Papa, "estar en camino". Hay quienes no ven la dirección ni siquiera el camino, hay "gente aparcada" a la que hay que ayudar, con un "corazón aparcado" en el que no entra la inquietud que te hace moverte. "Nos movemos pero como en un laberinto, no encontramos la puerta de salida, el camino y ahí vamos, dando vueltas y vueltas dentro de las cosas sin salir".
Todos nos equivocamos en la vida, continúa Francisco, "pero lo importante es permanecer equivocados". Cita una canción de los Alpinos, que invita a no quedarse en el suelo una vez que hemos caído. Volver a levantarse también gracias a los que te ayudan a levantarte, sin mirar jamás desde arriba hacia abajo a quien han caído, porque "es indigno". "Muchas veces en la vida encontramos una mano que nos ayuda a levantarnos: nosotros también debemos hacerlo con los demás: con la experiencia que tenemos, hacerlo con los demás".
Experiencia contagiosa
Antes de despedirse, invita a hacer fructificar lo vivido para generar el verdadero bien:
Espero que su experiencia sea fructífera, que sea como la semilla, que se siembra y luego crece, crece... Que sea como una buena enfermedad: se contagia. Una experiencia contagiosa. Y que sea liberadora, que abra las puertas a tantas personas que necesitan vivir la experiencia que ustedes han vivido.
Un encuentro nacido en el corazón del Papa
Acompañando al grupo se encontraba Don Benito Giorgetta, párroco de la iglesia de San Timoteo en Termoli, que relata la emoción de los presentes en Santa Marta, la firma del diario de Sandra Sabattini en la víspera de su beatificación:
¿Cómo nació este encuentro?
Nace del corazón del Papa porque sabemos que es muy atento y cercano a las debilidades y flaquezas de las personas, especialmente de los detenidos. No olvidemos que un Jueves Santo, en Roma, el Papa fue a Casal del Marmo, una cárcel de menores, para lavarles los pies. Por eso, conociendo la preocupación del Papa, habiéndome reunido con él en varias ocasiones, me atreví a preguntarle si podía recibirnos y ayer este sueño finalmente se hizo realidad.
¿Qué les dijo el Papa que fuera especialmente significativo?
Más que decir, el Papa escuchó, acogió, guardó, fijó su mirada en cada uno de ellos. Después de mi breve presentación, los presentes hablaron de sus vidas, contaron sobre sí mismos. El Papa con mucha atención estaba admirado por lo que escuchaba. Escuchaba lo que se relataba con sacrificio y con sufrimiento, se identificaba empáticamente con el corazón y la vida de estas personas. Sólo al final dio un mensaje para que lo vieran también los demás prisioneros. Ha escuchado más que hablar, y cuando habló, pintó, con pinceladas únicas, verdaderas y profundas, con matices densos. Dió atención, preocupación, interés y aliento.
¿Hay experiencias de renacimiento después de la cárcel entre las personas que estuvieron presentes?
Sin duda. Había dos personas que, habiendo sido presos, son ahora responsables de dos hogares que acogen a detenidos y ex detenidos. Esto dice mucho sobre cómo se puede resurgir de las cenizas, cómo se puede resurgir de la muerte y dar testimonio del amor de Dios que actúa en las debilidades. Uno de ellos, en concreto, me dijo que le daba vergüenza contar su historia y el Papa le animó con su mirada, con una sonrisa, diciéndole que no debía avergonzarse porque de las cosas relatadas emergía la esperanza y por eso "bendita sea también la vergüenza".
¿Qué le dijeron las personas que le acompañaron a Santa Marta? Saliendo de la casa del Papa, ¿qué vió cambiar en sus ojos?
Realmente vivimos momentos muy intensos, como la espera en la cual parecíamos todos escolares que esperan el ingreso de la maestra. Cada vez que se abría la puerta todos nos quedábamos mirando. A su llegada, el Papa nos tranquilizó y luego la emoción, las lágrimas para algunos. Haber estado al lado del Papa para hacerse una foto o recibir un rosario directamente de sus manos fue una emoción realmente intensa porque los muchachos se sintieron cerca, dijeron, del hombre más importante del mundo.
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