El Papa: en las luchas de la vida confiemos en la protección de los ángeles
Gabriella Ceraso - Ciudad del Vaticano
"La vida cristiana no es fácil: siempre hay dificultades" que crean divisiones, envidias y nos hacen perder la armonía y la paz. Es el diablo quien las siembra. Pero "para defendernos" Dios ha puesto a nuestro lado a los ángeles que siempre nos acompañan, en primer lugar a San Miguel Arcángel que "derriba definitivamente al diablo" y nos enseña a luchar contra el maligno. Por eso nunca debemos "olvidarnos de rezarles", a los ángeles y a San Miguel, hasta que se logre la victoria definitiva de Dios sobre el mal. En síntesis, este es el mensaje que contiene la homilía que Francisco dirigió al Cuerpo de Gendarmeria del Estado de la Ciudad del Vaticano el 2 de octubre en los Jardines Vaticanos. La figura central era San Miguel Arcángel, patrono y protector de la Policía del Estado italiano y del "Cuerpo de Carabineros Pontificios".
El enemigo de la naturaleza humana
La observación de Francisco es que hay una lucha diaria en nuestras vidas, debido a la desarmonía que siempre acecha en las diversas esferas de la familia, el trabajo y la vida pública. En el origen, explica en varias ocasiones, está el diablo "contra el hombre siempre, por envidia. La destrucción de nuestra armonía la hace el diablo". Esta es su misión "destruir la belleza que Dios ha hecho para nosotros. Y para eso vino Jesús, para dar su propia vida para resolver este problema y vencer al diablo en la cruz".
La "política" del diablo y la salvación de Jesús
Pero en la lucha diaria, señala el Papa, nunca estamos solos. Porque el Señor -como vemos en la Biblia- "nos da los Ángeles que nos acompañan, también para defendernos", de "esta 'política' del diablo" que pretende destruir "como quiso destruir a Jesús". Esto es lo que nos ha salvado: Jesús". Y el príncipe de los ángeles, el "jefe" es San Miguel Arcángel" que libra la última batalla contra el diablo; es el que hace caer al diablo para siempre":
Por eso, en la fiesta de San Miguel, patrono de la Gendarmería, las palabras del Papa son ante todo de agradecimiento a Dios, que no nos ha dejado solos "después del pecado", y de oración a estos protectores que nos acompañan en la vida, que hoy "no es fácil":
Que el Señor nos dé a todos la gracia de comprender bien que la vida es una lucha: cuando no hay lucha [no hay vida]: los muertos no luchan; los vivos siempre luchan, hay lucha. Y que nos dé la gracia de no estar solos en la lucha, que siempre haya alguien que nos acompañe.
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