Siete días con el Papa Francisco
Renato Martinez - Ciudad del Vaticano
El 24 de febrero, día del inicio del conflicto en el corazón de Europa, se presentó en la Sala de Prensa de la Santa Sede el Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de este año, que inició el 2 de marzo con la celebración del Miércoles de Ceniza. Ese día, además, tuvo lugar la Jornada de ayuno y oración por la paz en Ucrania, convocada por el Pontífice para creyentes y no creyentes.
El Santo Padre inicia su Mensaje recordando que “la Cuaresma es un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado”. Todo el texto está inspirado en la exhortación de san Pablo a los gálatas: “No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos”.
Ángelus del 27 de febrero
Mientras que este domingo, 27 de febrero, el Santo Padre en su alocución previa a la oración del Ángelus reflexionó sobre el Evangelio del día en el que Jesús nos invita a detenernos sobre la importancia de nuestra mirada y de nuestro hablar.
“Encontramos siempre motivos para culpabilizar a los demás y justificarnos a nosotros mismos. Y muchas veces nos quejamos de las cosas que no funcionan en nuestra sociedad, en la Iglesia, en el mundo, sin cuestionarnos antes a nosotros mismos y sin comprometernos en primer lugar a cambiar”.
Después de rezar la oración a la Madre de Dios, el Papa Francisco renovó una vez más su incansable llamamiento por la paz ante la guerra que se está desarrollando en territorio ucraniano.
"En estos días nos hemos conmocionado por algo trágico: la guerra. Una y otra vez hemos rezado para que no se tome este camino. Y no dejamos de hablar; al contrario, rogamos a Dios con más intensidad".
Asimismo, el Pontífice hizo hincapié en que, quien hace la guerra se olvida de la humanidad:
"No parte del pueblo, no mira la vida concreta de las personas, sino que antepone a todo, los intereses partidistas y el poder. Se confía a la lógica diabólica y perversa de las armas, que es la más alejada de la voluntad de Dios. Y se aleja de la gente común, que quiere la paz; y que en todos los conflictos -la gente común- es la verdadera víctima, que paga en su propia piel las locuras de la guerra".
Catequesis: la sabiduría y el valor de la vejez
En la Audiencia General de este miércoles, el Santo Padre continuó su ciclo de catequesis sobre la sabiduría y el valor de la vejez. En esta ocasión, invitó a descubrir la belleza del ritmo de la vida de los ancianos, a perder tiempo con los niños y las personas mayores.
“La vejez impone ritmos más lentos, ritmos que crean espacios de reflexión profundos sobre el sentido de la vida, ritmos impensables cuando estamos sometidos a la dinámica obsesiva del tiempo. Hemos visto cómo la pandemia ha obstaculizado el culto frenético a la velocidad; en este tiempo los abuelos se han convertido en una barrera que ha evitado que la vida afectiva de los más pequeños se marchite. Esta alianza visible entre generaciones nos restituye la esperanza de no vivir en vano y también el amor por nuestra vida vulnerable que, asumida por el Hijo de Dios al hacerse hombre, nos asegura que nuestro destino es el de caminar hacia el encuentro con Dios”.
Bendición e imposición de las Cenizas
Ese mismo día, el Miércoles de Ceniza, el Papa Francisco señaló en su homilía – leída por el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano, en la Basílica de Santa Sabina de Roma – durante la Santa Misa con el rito de bendición e imposición de las Cenizas, con el cual se da inicio al Tiempo de Cuaresma, que “la oración, la caridad y el ayuno son las armas del espíritu, y es con ellas que, en esta jornada de oración y ayuno por Ucrania , imploramos a Dios esa paz que los hombres solos no pueden construir”.
Y concluyó con una oración pidiendo al Señor que ve “en lo secreto y nos recompensas más allá de todas nuestras expectativas, que escuche las oraciones de todos los que confían en Él, especialmente de los más humildes, de los más probados, de los que sufren y huyen bajo el estruendo de las armas. Devuelve la paz a nuestros corazones, da de nuevo tu paz a nuestros días”.
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