Atlética Vaticana embajadora del Papa en los Juegos Mediterráneos
Gabriella Ceraso – Ciudad del Vaticano
El deporte como instrumento de fraternidad que no detiene la guerra, pero puede mostrar la posibilidad de una humanidad diferente, respetuosa de los valores, honesta y solidaria. Porque el auténtico deporte está hecho de todo esto, forma y educa.
En el mensaje leído el sábado 2 de julio durante la Misa de las Naciones en el santuario de Nuestra Señora de la Santa Cruz en Orán, Argelia, donde se celebra la 19ª edición de los Juegos Mediterráneos, el Santo Padre relanza el valor y la función del deporte, y de este evento en particular, como puente entre diferentes religiones y culturas, un puente que es hoy más necesario que nunca dada la realidad de guerras y violencia que estamos viviendo.
En sus palabras, el Pontífice saludó a los participantes – unos 3.390 atletas de 26 países, incluidos los musulmanes, entre ellos la pequeña representación de Atlética Vaticana – y a la ciudad anfitriona. Dirigiendo su mirada al Mediterráneo, encrucijada de culturas y pueblos, Francisco observa que hoy se ha convertido en un cementerio para los muchos que lo cruzan en busca de un futuro mejor, y ante el que no podemos ser indiferentes.
Atlética, embajadora del Papa con rostro solidario
En el texto – leído por el obispo de Argel y administrador apostólico de Orán, monseñor Jean Paul Vesco – Francisco subraya cómo el deporte, practicado en común, puede convertirse en un "instrumento eficaz" de fraternidad, que puede hacernos "hermanos todos" o "todas hermanos".
En este sentido, la referencia especial a la delegación de Atlética Vaticana invitada a los Juegos de Orán por el Comité organizador argelino con un gesto de fraternidad deportiva de gran importancia. Francisco agradeció esta invitación a la formación deportiva, que actúa como "embajadora" del Papa en los Juegos. Explica que da testimonio concreto en las calles y entre la gente del "rostro solidario del deporte", acogiendo a jóvenes inmigrantes y personas con discapacidad. Queridos amigos – es el saludo final del Pontífice – vivan el deporte como una experiencia de unidad y fraternidad, es con este espíritu que "los animo a correr juntos la gran carrera de la vida bajo la mirada maternal de Nuestra Señora de la Santa Cruz".
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí