El Papa: Los sacerdotes no deben ser "superhombres" sino personas humildes
Amedeo Lomonaco - Ciudad del Vaticano
El Señor nos invita a seguir sus huellas, a imitar su camino. Las palabras del discurso, no leído sino entregado, del Papa Francisco a los participantes en el curso para rectores y formadores de seminarios latinoamericanos se inclinan en esta dirección fundamental y esencial.. Llegaron a Roma desde casi todos los países del continente y del Caribe para participar en el curso de formación promovido por el Dicasterio para el Clero. En el texto, el Pontífice recuerda que hay cuatro "dimensiones presentes en la persona del seminarista": humana, intelectual, espiritual y pastoral.
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Renunciar a los protagonismos y soñar juntos
Uno de los retos más importantes en la formación sacerdotal, según el discurso entregado, es construir "verdaderas comunidades cristianas" que no sólo promuevan "un proyecto formativo coherente", sino también "una experiencia verdaderamente comunitaria en todas las dimensiones de la formación". A los sacerdotes en formación, el Papa les indica, en particular, una prioridad:
Otro reto es formar "condiscípulos de los demás fieles cristianos, que comparten "las mismas necesidades humanas y espirituales" y están sujetos a "las mismas fragilidades, limitaciones y errores".
Caminos humanos y espirituales
La dimensión humana de la formación sacerdotal, subraya el Papa, "no es sólo una escuela de virtudes, de crecimiento de la personalidad o de desarrollo personal".
Una de las tareas más importantes en el proceso formativo de un sacerdote, añade el Pontífice, "es la lectura gradual" de su camino.
Una vida dedicada a los futuros pastores
Los formadores, recuerda el Pontífice en el discurso entregado, están llamados a educar "con su vida, más que con sus palabras": "la sintonía humana y espiritual de los formadores, en particular del rector del seminario, es una de las mediaciones más importantes en el acompañamiento formativo". Los formadores sacerdotales dan testimonio con su vida de lo que las palabras y los gestos "intentan transmitir en el diálogo y la interacción" con los seminaristas.
El servicio prestado a la Iglesia, señala el Papa, "no es sencillo y no pocas veces desafía la propia humanidad, porque el formador tiene un corazón cien por cien humano y no pocas veces puede experimentar frustración, cansancio, ira e impotencia".
Una formación sin exclusivismos ni particularismos
El Papa recuerda también que "la formación sacerdotal tiene como instrumento privilegiado el acompañamiento formativo y espiritual de todos". Debe garantizarse que cada seminarista tenga "una ayuda amplia y variada por parte de la comunidad de formadores, sin exclusivismos ni particularismos, pudiendo ser apoyado por sacerdotes de diferentes edades y sensibilidades, según las competencias específicas de cada uno".
El acompañamiento formativo debe permitir "a cada futuro pastor discernir y consolidar no sólo una auténtica vocación al sacerdocio, sino también el camino personal e irrepetible que el Señor le ha trazado para vivirlo y ejercerlo". En el texto entregado, el Papa expresa finalmente la gratitud de la Iglesia: "dedicad vuestra vida y vuestro ministerio a los futuros pastores, que serán vuestros hermanos en el presbiterio y que, unidos y bajo la guía del obispo, echarán las redes del Evangelio como auténticos pescadores de hombres".
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