El Papa advierte: “el demonio sabe engañarnos y disfrazarse de ángel”
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
El Papa Francisco ha entrado en la fase final de su ciclo de catequesis sobre el discernimiento, esta mañana ha pronunciado la duodécima catequesis dedicada a este tema que inició el pasado 31 de agosto y desde entonces nos ha regalado discursos hablándonos del ejemplo de san Ignacio de Loyola, de los elementos del discernimiento como lo son la oración, el conocerse a uno mismo, el deseo y el “libro de la vida”; pero también se ha detenido en la desolación y la consolación. Hoy, en cambio, el Pontífice ha querido hablar de “la actitud de la vigilancia”, una actitud que considera “esencial” y “oportuna” “para que no se pierda todo el trabajo realizado para discernir lo mejor y tomar la decisión correcta” ha asegurado.
El Papa ha explicado esta actitud como “la disposición del alma de los cristianos que esperan la venida final del Señor; pero se puede entender también como la actitud ordinaria para tener en la conducta de vida, de forma que nuestras buenas elecciones, realizadas a veces después de un arduo discernimiento, puedan proseguir de forma perseverante y coherente y dar fruto”. De hecho, el Papa nos advierte de que “el riesgo está y es que el “aguafiestas”, es decir el maligno, puede arruinarlo todo, haciéndonos volver al punto de partida”, es más – dice – “estaros atentos a vigilar para custodiar nuestro corazón y entender que pasa dentro”.
Tenemos que custodiar siempre nuestra casa y nuestro corazón
El Papa Francisco explica que “si falta la vigilancia es muy fuerte el riesgo de que se pierda todo” pues “no se trata de un peligro de tipo psicológico, sino de tipo espiritual”. Además, recuerda que el maligno “espera precisamente el momento en el que estamos demasiado seguros de nosotros mismos, cuando las cosas van “en alza” y tenemos, como se dice, “el viento en popa””.
De hecho, en la pequeña parábola evangélica que se ha escuchado al principio de la Audiencia General, se dice que el espíritu impuro, cuando vuelve a la casa de la que había salido, «la encuentra desocupada, barrida y en orden» (Mt 12,44). “Todo está bien, todo está en orden, pero ¿el dueño de la casa dónde está? No está. no hay nadie que la vigile, que la custodia – dice el Papa – y este es el problema”.
Francisco hoy ha hecho hincapié precisamente en que “tenemos que custodiar siempre nuestra casa y nuestro corazón” y “no estar distraídos” ni “seguros de nosotros mismos” porque – dice – cuando estamos demasiado seguros de nosotros mismos “perdemos la humildad de custodiar el propio corazón”. “La vigilancia – continúa – es signo de sabiduría, es signo sobre todo de humildad, porque tenemos miedo de caer, y la humildad es el camino maestro de la vida cristiana”.
Estar atentos a los demonios educados
Francisco hoy también nos advierte de los “demonios educados” esos que “entran sin que te des cuenta, llaman a la puerta, son educados, entran y al final comandan ellos en tu alma”. “Estaros atentos a estos diablillos educados, al diablo educado, cuando finge de ser un gran señor, porque entra con la nuestra para salir con la suya” explica el Papa, de hecho – dice – “tantas veces nos ganan las batallas por esta falta de vigilancia. Tantas veces el señor ha dado tantas gracias y al final no somos capaces de perseverar en esta gracia y perdemos todo porque nos falta la vigilancia. No hemos custodiado las puertas. Y luego hemos sido engañados de alguno que viene educado, se mete dentro y ciao. El diablo tiene estas cosas”.
El demonio sabe disfrazarse de ángel
Al final de la catequesis, el Santo Padre ha avisado de que el diablo puede “disfrazarse de ángel” y por tanto es necesario “permanecer vigilantes y custodiar la gracia que Dios nos ha dado”.
“Tú me puedes decir, cuando yo veo algún desorden yo me doy cuenta inmediatamente que es el diablo, que es una tentación”. “Si – dice el Papa – pero esta vez viene disfrazado de ángel, el demonio sabe disfrazarse de ángel, entra con palabras corteses, te convence y al final la cosa es peor que al principio”. Por tanto, su exhortación final es a “permanecer vigilantes y custodiar nuestro corazón”.
Gracias por haber leído este artículo. Si desea mantenerse actualizado, suscríbase al boletín pulsando aquí